El dolor y la tristeza que embarga a la familia de la hondureña Magda Meléndez no tiene consuelo, más aún con las fuertes sospechas de que la joven no se cayó de la 'Bestia' sino que fue empujada.
El pueblo garífuna de Corozal se entero de la noticia de la muerte de Magda el pasado lunes y la primera información que conocieron es que ella, debido al cansancio se durmió y cayó del 'tren la muerte', pero conforme pasan los días surgen otras hipótesis sobre su fallecimiento. El hecho ocurrió en Nuevo Laredo, México.
Un albergue de migrantes conocido como Hermanos en el Camino asegura informa: 'Según los medios de comunicación, se cayó por cansancio de uno de los vagones a las vías del tren. Sin embargo, según la información de uno de sus compañeros de viaje que se encontraba arriba de uno de los vagones cuando sucedió, los guardias del tren la habían empujado y jalado hasta que ella cayó'.
Con apenas 18 años, Magda había sufrido mucho en la vida. El centro de migrantes comenta en el Facebook que la joven era víctima de violencia por parte de su compañero de hogar, tanto que en una de las peleas él le había cortado parte de un dedo con un machete.
'En su país de origen su expareja, el padre de su hijo de un año, le había hecho la vida imposible, persiguiéndola por todo el país, hasta llegar a tal extremo de cortarle la mitad de un dedo con un machete. La violencia de género que vivió Magda, junto con la necesidad de satisfacer las necesidades básicas de sus hermanos menores y de su hijo', comentan.
Al parecer y pese a la violencia a la que era objeto, Magda viajaba con el papá de su hijo, quien tras su muerte fue detenido por las autoridades para investigación.
Su cuerpo será repatriado en los próximos días, pues sus familiares concluyeronb los trámites para la repatriación de su cadáver, pero piden ayuda para darle cristiana sepultura.
Magda Meléndez dejó un niño de un año con sus parientes.
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La joven tenía muchas ilusiones de mejorar su situación económica.
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Texto en Facebook del albergue Hermano en el Camino
Cuando pensamos en Magda, nos viene a la mente una mujer joven soñadora, llena de vida y con muchas ilusiones, sus ojos alegres que se esconden en su mirada firme, segura de sí misma. Recordamos su gran sonrisa cuando hablaba de su hijo, cuando decía que era “lo mejor que tenía en su vida”, de su actitud positiva a pesar de todos los conflictos, las largas conversaciones donde se manifestaba su lucha contra el racismo, el amor por la playa y la convivencia con otras personas. Nos acordamos de su cara llena de emoción cuando habló sobre la fiesta de su pueblo en marzo cuando se celebra el día de los garífunas, y su fascinación por el fútbol; pero también de las lágrimas que salieron de sus ojos cuando le decíamos que no estaba sola en este camino. Estamos agradecidas por haberla conocido. Sus sueños, su risa y el amor que compartió con nosotras no conocen fronteras geopolíticas ni a la muerte. Vivirá en cada una de nosotras que tuvimos el placer de conocerla, hasta el día que nos volvamos a ver...