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San Pedro Sula tiene tres nuevos sacerdotes

  • 02 octubre 2011 /

Los tres vienen de familias numerosas, nacieron en distintos lugares, pero cumplieron el mismo sueño: recibieron el sacramento de la ordenación sacerdotal.


Los tres vienen de familias numerosas, nacieron en distintos lugares, pero ayer cumplieron el mismo sueño: recibieron el sacramento de la ordenación sacerdotal y hoy se unen al grupo selecto de pastores en la Iglesia Católica.

Los diáconos Ivis Eduardo Castillo López, Noé Alvarenga Rivera y Natael Perdomo Perdomo fueron ordenados sacerdotes en el día de respuesta de Dios que respondió a las plegarias rogándole por más obreros para su mies.

La cita era para las diez de la mañana, pero desde tempranas horas la feligresía se volcó a la catedral San Pedro Apóstol para ser partícipes de la ceremonia concelebrada y presidida por el obispo Ángel Garachana.

Llegaron portando pancartas con los nombres de los nuevos presbíteros y mensajes de apoyo en la nueva etapa de sus vidas. Otros portaban cámaras y celulares para grabar el momento histórico que se vivió en la catedral y que quedó en la memoria y en el corazón de todos los asistentes.

Los nuevos sacerdotes son hondureños y hombres criados en hogares católicos.
Ayer sus familiares se regocijaban y los presentes aplaudían al ver cumplido el sueño.

Noé Alvarenga Rivera nació en la comunidad de San Miguel, una aldea del municipio de Macuelizo que ahora se conoce como Nueva Frontera. Noé es el penúltimo de siete hermanos.

Natael Perdomo nació el 25 de junio 1979 en Azacualpa,
Santa Bárbara.
Es el sexto hijo de ocho, del hogar formado por Marco Tulio y María Concepción Perdomo.

El tercero es
Ivis Eduardo Castillo, nació el 30 de noviembre de 1970 en San Pedro Sula. Sus padres son Luis Alfredo Castillo Santos y Ana Julia López Maldonado. Es el menor de ocho hijos.
La ceremonia

Con la procesión de entrada comenzó la ceremonia donde se conjugó la solemnidad y la alegría. Luego de escuchar el evangelio se inició la ordenación de los presbíteros y el obispo con la mitra puesta se sentó en la sede preparada para el acto ceremonial.

Uno a uno fueron presentados los tres diáconos
por el rector del seminario mayor “Nuestra Señora de Suyapa”, el padre Jaime Antonio Rojas. Los diáconos pronunciaron la palabra ‘presente’ significando que aceptaban gozosamente la misión que les
encomendaban.

Los presbíteros dijeron en voz alta la disposición de presidir fielmente la celebración de los misterios de Cristo, para alabanza de Dios y santificación del pueblo cristiano. Es cuando se realiza la imposición de manos y la oración consagratoria del obispo que los elegidos al sagrado orden de los presbíteros reciben el carácter propio del sacerdocio que les permitirá desempeñar diligentemente y de manera fiel el servicio al cual han sido escogidos dentro de la comunidad cristiana. Mientras el obispo imponía las manos sobre la cabeza de los nuevos sacerdotes, la feligresía oraba en silencio en un acto considerado trascendental por la Iglesia católica.

En medio de lágrimas y aplausos, los ordenados fueron revestidos con la estola y la casulla, vestidura que caracteriza a los que presiden la eucaristía.
Una vez revestidos, los sacerdotes recibieron la unción de manos y la entrega del pan y el vino.

Así continuó la misa y fue cuando se dieron el abrazo de paz que el monitor dijo regocijado: “Ya tenemos tres nuevos presbíteros y son recibidos por su gran familia presbiteral, a la que se suman como unos hermanos que nunca estarán solos, empezando por nuestro obispo les reciben con un abrazo de paz...”. La feligresía no paraba de aplaudir.

“Cada ordenación sacerdotal es la respuesta de Dios a nuestra oración por las vocaciones; pero no debemos quedarnos quietos y complacidos”, dijo monseñor
Ángel Garachana.
En su homilía, el obispo pidió orar por las vocaciones y motivó a los sacerdotes a seguir pastoreando la Iglesia como lo han venido haciendo.