Han pasado más de 28 años desde que Mercedes Gonzales, una de las enfermeras más destacadas del hospital Mario Rivas, obtuvo su título de Enfermería. Desde entonces ha desempeñado su papel con ímpetu y abnegación, lo que le ha dado el calificativo de ejemplar.
A ella no le ha importado sacrificar sus horas o días libres. Tiene claro que, por el temor a Dios, su profesión la obliga a tener la vocación de servicio al prójimo.
Merceditas, como es más conocida en el Rivas, viene de una familia humilde y trabajadora, pero creyente en las buenas costumbres y con don de servicio. No falta decirlo: ella lo demuestra en cada inyección que debe aplicar a los pacientes y el cuidado que les da.
Al preguntar por Merceditas, sus compañeras de enfermería y médicos se refieren a ella como una mujer dedicada, laboriosa y conocedora de su trabajo. Ya lleva 24 años en las salas del centro asistencial sampedrano y no se cansa de trabajar para los más necesitados.
“Soy la única enfermera en mi familia y gracias a Dios a ellos también les he servido pese a que los horarios son un poco difíciles. Mis hermanos han comprendido el trabajo que tengo”, afirmó.
Merceditas tiene muy buenos recuerdos y malos, pues sabe que en su profesión se debe aprender a que, si fallece un paciente que ha tratado, es por la voluntad de Dios.
“En pediatría, la mayoría de los niños se recuperan rápido y en otras salas hay pacientes que siempre vuelven y se acuerdan de uno”, dijo.
Un caso especial es el de Nicolle, una niña que llegó a un tratamiento de hemodiálisis hace unos años.
“La semana pasada vino Nicolle. Ella, cuando empezó la hemodiálisis, tenía 12 años y le hicieron un
trasplante. Ahora es una estudiante de Medicina en la universidad y siempre que puede viene a visitarme”, explicó.
Ese caso es uno de miles en los que la ejemplar enfermera tuvo una dedicación especial hacia sus pacientes.
Se casó con su profesión
Es una mujer amable, pequeña de estatura, pero grande de corazón. Es humilde, atenta y comprensiva.
Tiene más de 12 años en la unidad de Nefrología, pero ha recorrido todos los pasillos del hospital. Lo conoce como su casa.
Nunca se casó “por cosas de la vida”, como ella afirma, pero está satisfecha de laborar para ayudar y, pese a las dificultades del Mario Rivas y del gremio, las ganas de madrugar cada día no se le apagan. Por el contrario, el respeto a los demás le da fuerzas para continuar con su misión. Su trabajo podría ser una de las causas para no formar un hogar.
Merceditas es oriunda de San Pedro Sula, nació en el barrio Guamilito y luego sus padres se trasladaron a Río de Piedras, donde realizó sus estudios y luego ingresó a la Universidad Nacional
Autónoma de Honduras en el Valle de Sula, donde cursó su licenciatura en Enfermería y se graduó en 1985, en la segunda promoción de esa rama en la alma máter. Al principio, luego de terminar la secundaria, su sueño era estudiar Microbiología y se matriculó en esa carrera, donde cursó pocas clases durante un año y se cambió a Enfermería.
Las compañeras de Merceditas en muchas ocasiones se acercan y le preguntan algo relacionado con el trabajo y siempre les da soluciones. Es una muestra más de su amabilidad y compañerismo.
El mensaje que les envía a las aspirantes a enfermeras es simple: “Si de verdad tienen vocación de servir al prójimo, que estudien y se apliquen mucho en esa carrera porque, aunque en algunos lugares los salarios no son muy buenos, queda la satisfacción de ayudar a muchas personas”.
Les toca multiplicarse
Aunque han pasado muchas crisis en el país y particularmente en el hospital Mario Rivas, la profesional dice: “Las enfermeras tenemos el don que Dios nos ha dado de cuidar las bien las cosas y los recursos, pero, si no hay algún medicamento, mientras se consigue debemos darle un buen trato al paciente”.
No es egoísta: admira la labor de sus compañeras, de quienes ha tomado ejemplos, con las muchas que ha conocido, sabe que la mayoría son buenas en lo que hacen.
El Mario Rivas cuenta con 360 auxiliares de enfermería y 135 profesionales de enfermería. La demanda en el centro hospitalario no concuerda con el personal médico. Por esa razón, así como a Merceditas, a todas les corresponde hacer doble trabajo para atender todas las áreas.
El Rivas necesita al menos 180 personas más, entre licenciadas y auxiliares.