La Fundación Parindé celebra el primer aniversario del programa "La Mayor", una iniciativa dedicada a brindar atención integral a los adultos mayores, con énfasis en su salud mental y bienestar emocional.
Mayra García, presidenta de la Fundación Parindé, explicó que este proyecto nació con el propósito de ofrecer un espacio donde los adultos mayores puedan sentirse valorados, activos y felices.
"Sabemos que este grupo poblacional recibe poco apoyo a nivel nacional, y aún menos en el ámbito de la salud mental. Por eso, creamos este programa, para que ellos sepan que todavía tienen mucho que aportar y que son importantes para la sociedad", afirmó García.
Una etapa de oro para seguir creciendo
El programa "La Mayor" inició hace un año con la participación de veinte adultos mayores, quienes asisten dos veces por semana, los martes y viernes de 10 a 12 del mediodía.
Allí, realizan actividades como clases de canto y ejecución de instrumentos musicales, muchas veces retomando talentos que desarrollaron en su juventud. Las sesiones están dirigidas por instructores especializados que los motivan a redescubrir su creatividad.
Además, se proyecta ampliar las actividades con talleres de manualidades y la incorporación de especialistas en salud mental que ofrezcan acompañamiento profesional.
La presidenta de la Fundación destacó que no existe un límite de cupo, y que cualquier adulto mayor interesado puede acercarse a las oficinas de la fundación para integrarse.
Impacto positivo en la salud mental y familiar
El impacto del programa ha sido evidente. Según García, los participantes han mostrado importantes mejoras en su autoestima y estado de ánimo. “Muchos llegaron deprimidos y ahora son personas activas, felices, que incluso transmiten energía positiva a su entorno”, señaló.
Este cambio no solo ha beneficiado a los adultos mayores, sino también a sus familias. “Vemos familias más integradas y comprometidas. El programa ha fortalecido vínculos y ha devuelto la alegría a muchos hogares”, añadió.
Abierto a toda la comunidad
Actualmente, los adultos mayores que forman parte del programa provienen de distintas colonias de San Pedro Sula y también de Choloma. "Como ellos mismos dicen, esta es solo una etapa más, es la edad de oro", concluyó García.
Osvaldo Rodríguez es el maestro de canto, que desde hace un año, dirige la parte vocal del programa "La Mayor", tanto en el trabajo coral como en sesiones individuales. Según explica, la experiencia ha sido profundamente enriquecedora, no solo para los participantes, sino también para los docentes involucrados.
"Aquí no estoy solo; somos varios docentes que formamos parte del equipo, algunos tocaron instrumentos en su juventud, otros cantaban o simplemente soñaban con hacerlo algún día", comentó el maestro.
Lo especial del programa, cuenta Osvaldo, es que se ha convertido en un espacio donde los participantes pueden reconectar con esa pasión. “La Fundación buscó generar un proyecto con responsabilidad social, y logró consolidar una comunidad muy unida. Incluso entre ellos se llaman ‘Hermandad La Mayor’ cuando se cruzan por los pasillos”.
Cada integrante del grupo trae consigo una historia impresionante. Hay exmaestros, psicólogos, ejecutivos, incluso una de las primeras cinco mujeres piloto civil en Honduras. Todos, profesionales destacados que han tenido vidas activas, pero que comparten un elemento en común, el amor por la música.
"Ya no vuelo en el aire, pero vuelo en la música"
Marta Elena Flores es una de las primeras participantes del programa La Mayor, habiendo sido parte del grupo desde sus inicios. En esta entrevista, comparte cómo su vida cambió al integrarse a este proyecto y cuenta sobre su fascinante historia personal.
"Fui una de las primeras ocho personas en unirme al programa. Al principio, como todo cambio, llegué con algo de reserva, pero poco a poco la música fue uniéndonos. Cada uno tiene su personalidad, pero la música logró conectarnos a todos. Me sentí diferente al estar rodeada de personas tan amables y de mi misma edad. De estar sola en mi apartamento, ahora me siento acompañada y feliz. Mi vida realmente cambió", comenta Marta Elena con una sonrisa en el rostro.
Pero la historia de Marta Elena va más allá de la música. En su juventud, fue piloto aviadora, un logro que la distingue y marca su vida. "Fui piloto aviadora, aunque nunca llegué a volar aviones comerciales. Si me ponen una avioneta, puedo despegarla, nivelarla y aterrizarla sin problema", afirma con seguridad.
Su carrera en la aviación fue fascinante, aunque ella misma se describe como una “piloto de avionetas” y no como capitán de aviación. “Mi papá era capitán de aviación, y mi admiración por él fue increíble.”
Marta voló principalmente en Cessna, aeronaves monomotores, y aprendió todas las técnicas necesarias de vuelo, incluyendo aerodinámica, regulaciones aéreas y el manejo de motores.
Además de su historia como piloto, Marta está emocionada por una oportunidad especial que le ha presentado el programa. Participará en una obra en el Teatro José Francisco Saybe como parte de un evento dedicado a mujeres cantautoras.
“Es la primera vez que voy a presentar una de mis composiciones con letra y música propias. Se llama ‘Secretamente’, y es un sueño hecho realidad cantar algo de mi autoría frente a todos.”
Marta está a punto de cumplir 73 años, y se siente agradecida por la oportunidad de seguir haciendo lo que ama que es cantar y compartir su talento con los demás.
“Este programa me devolvió el sueño de mi niñez”
María Joaquina Baide (de 69 años) es una de las participantes del programa. Al cumplirse un año desde su incorporación, comparte con emoción cómo esta experiencia ha transformado su vida y le ha permitido cumplir un sueño que guardaba desde la infancia.
"Este proyecto para mí ha sido la realización de un sueño que tuve desde niña siempre canté, pero nunca tuve acceso a una escuela de música. Yo soy soprano. Cuando era más joven alcanzaba alturas vocales mucho más elevadas. Aunque todavía conservo mi registro"
Con una gran memoria musical, María Joaquina cuenta que conoce una infinidad de canciones. “Imagínese la cantidad de canciones que uno puede aprender en 69 años, donde quiera que voy, escucho una canción y me la sé. Me preguntan cómo me acuerdo de tantas, y es que cada una está ligada a un momento, a una emoción.”
Su acercamiento al programa fue casi por casualidad: "Un día vi un anuncio de la Fundación Parindé y pensé, ‘ahí es donde voy a entrar para educar mi voz’. Al principio creí que era una escuela para niños, pero más adelante anunciaron el programa para adultos mayores, y supe que era mi oportunidad. Sentí que había llegado a casa."
Recuerda especialmente sus clases de teoría musical con entusiasmo y nostalgia, “cuando el maestro comienza a explicar sobre el lenguaje de la música, me transporto a mi niñez. Me siento como una niña otra vez, absorbiendo todo. Tengo la capacidad de memorizar lo que nos enseña, y ahora estoy retomando esos sueños que pensé que habían quedado en el pasado.”
Además de la parte musical, destaca el ambiente cálido y solidario que ha encontrado entre sus compañeros. "Se ha formado una hermandad. Somos un grupo con las mismas inclinaciones, las mismas aspiraciones. Nos entretenemos tanto, que nos hemos convertido en un equipo. Y como todo buen equipo, cuando uno anota un gol, ganamos todos.”