24/11/2025
09:23 AM

Llegan otros 155 niños deportados de México

En lo que va de junio han sido devueltos 1,643 menores de edad, más los cientos que llegarán el próximo lunes.

San Pedro Sula, Honduras.

Esta semana ingresaron a Honduras por la vía terrestre y aérea 494 menores de edad deportados de México; la mayoría de niños abandonan el país en compañía de uno de sus padres.

Solo ayer llegaron deportados desde los estados de Tapachulas y Acayucan 254 personas, de las que 155 eran menores de edad.

Carlos Flores, representante de Casa Alianza, dijo que tener cifras de más de 5,000 menores deportados es alarmante porque el año pasado solo llegaban menores una vez a la semana, con estadísticas muy bajas.

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“Varias instituciones del Gobierno se preparan para recibir a los migrantes, darles los primeros auxilios y cubrir necesidades básicas como comida y asistencia médica”, agregó Flores.

Las autoridades de migración de México hacen decenas de capturas diarias, por lo que en varios estados han habilitado albergues que actualmente se mantienen llenos de centroamericanos, de los que la mayoría son madres hondureñas con niños de meses de nacidos hasta los 17 años.

La mayor parte de hondureños toman la ruta de Tabasco y Veracruz en busca de la frontera con Estados Unidos. Las autoridades mexicanas han reforzado sus operativos en esa zona y registran casi todos los buses que atraviesan dichos estados.

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Felipe Aguirre, doctor de la Dirección de la Infancia, Adolescencia y Familia (Dinaf), dijo que un solo médico no basta para revisar centenares de migrantes, por lo que en los próximos días necesitarán más personas para mejorar las atenciones de los deportados. “La mayoría de niños vienen con fiebres o malestares leves, pero lo que es grave es el estado mental de los pequeños y los traumas que viven al estar varias semanas detenidos en lugares ajenos a sus pueblos”, explicó Aguirre.

El doctor afirmó que en los centros de atenciones del país no cuentan con condiciones adecuadas. Se necesita más logística y personal para ayudar.

VIDEO: Niñas hondureñas cruzando la frontera de EUA

“Los niños llegan con la ansiedad de irse, por lo que les urgen tratamientos sicológicos para recuperarse”.

Para la próxima semana se esperan más buses, por lo que la historia de fracaso se repite para cientos de familias hondureñas que no lograron cumplir el “sueño americano”.

“Mi único sueño era ver a a mi madre”

La tristeza invadía el rostro de José Ortega, un niño de 13 años que intentó cruzar la frontera de México para llegar a Estados Unidos.

“Mi único sueño era reencontrarme con mi madre que no veo desde hace siete años”, relató el pequeño. El menor es originario de Choluteca y dijo que su mamá emigró a Estados Unidos para buscar una vida mejor y tener suficiente dinero para llevarlo a vivir con ella.

“No me importó lo que tuve que pasar. El frío y el hambre eran secundarios. Solo quería ver a mi mamá y a mi hermanita que ya tiene cinco años y aún no la conozco”, expresó Ortega muy angustiado. “El coyote cobró cinco mil dólares por llevar al niño, pero mi hermana solo le pagó una parte”.

“Gracias a Dios que regresamos sanos”

Un matrimonio y sus tres hijos de seis meses, cinco y 16 años regresaron desilusionados al ser deportados de México.

La familia originaria de Puerto Cortés emprendió su viaje para reunirse con otros parientes que sí tuvieron suerte y lograron llegar a Estados Unidos.

La madre, Ninozka Rojas, manifestó que decidieron irse porque en el país no hay fuentes de empleo, “el Gobierno debe buscar alternativas para dar trabajo a muchas personas que tenemos hijos y no podemos sacarlos adelante.

Es la primera vez que intentamos viajar, pero no podemos quejarnos del trato que nos dieron los mexicanos, pero la situación es difícil y en este momento no sé si lo volveremos a intentar”.

“Me volveré a ir para Estados Unidos”

“Ya no quería estar en Honduras. Mi propósito era llegar a Estados Unidos para trabajar y ayudar a mi familia”, expresó Fernando Molina, de 17 años.

El joven salió hace 12 días de Comayagua, de donde es originario. Contó que sin decirle a su familia abandonó sus estudios en el instituto León Alvarado y vendió algunas de sus pertenencias para costear su viaje.

Molina dijo que se arriesgó en su viaje con 2,500 lempiras, “aguanté hambre y frío, pero eso es parte de la aventura. Todo lo bueno cuesta y aunque extrañé a mi familia, no me dio tanto miedo porque en el camino hice tres amigos, pero en una carretera desconocida nos dividimos.

Voy a trabajar en Comayagua para ahorrar dinero y me volveré a ir”.