En Honduras, la vida está amenazada por el modelo económico y social caracterizado por la concentración de riquezas y recursos en manos de pocas personas, en contraposición con la escasez de oportunidades dignas para las grandes mayorías empobrecidas.
Esta es una de las promulgaciones de las constituciones y decretos que, como fruto del sínodo, marcarán el camino de la Iglesia diocesana en los próximos años.
La ruta de la Iglesia Católica y los aportes de la realidad del país están contenidos en ese documento, firmado frente a más de 15 mil feligreses por el obispo Ángel Garachana y su auxiliar Rómulo Emiliani en el estadio Morazán el fin de semana en la celebración de los 50 años de la diócesis de San Pedro Sula. Los documentos serán enviados a la conferencia episcopal y a la Santa Sede en el Vaticano para su aprobación y observaciones, que luego se harán públicos, dijo monseñor Garachana.
Durante año y medio, más de 25 mil católicos de la diócesis reflexionaron en pequeños grupos
parroquiales, de movimientos, caminos, centros educativos y sociales de la Iglesia, de religiosas y presbíteros.
Trabajo
El obispo Garachana explicó que fueron siete sesiones y la asamblea sinodal reunió a más de 400 personas que aprobaron un conjunto de criterios elaborados desde las aportaciones de todos los grupos sinodales.
Los cinco documentos aprobados en la Asamblea son ahora los cinco capítulos de las Constituciones y decretos sinodales. Sus títulos son Una Iglesia de discípulos en camino, Una iglesia de comunión y participación, Una Iglesia que celebra su fe, Una Iglesia en estado permanente de misión y Una Iglesia sacramento de amor, solidaridad y justicia.
La Iglesia hace suya la visión de la realidad expresada por los obispos de Honduras en sus orientaciones pastorales ante el actual proceso electoral en el documento.
Una sociedad amenazada
“Está amenazada la vida, y los derechos humanos inherentes a ella, porque el sistema de salud no cubre las necesidades de la población. Porque el sistema educativo público, además de estar al borde del colapso por su mala calidad y manipulación política, genera desigualdad. Y porque a pesar del esfuerzo de la población por lograr los niveles de educación que se exigen para obtener empleo, cerca de dos millones de personas en edad laboral están afectadas por el desempleo”, dice el documento. Los católicos dejan claro en las constituciones sinodales que la vida es amenazada diariamente por la violencia delictiva, el crimen organizado, la violencia intrafamiliar, en especial contra las mujeres y contra los ancianos y los niños.
Enfatizan que la sociedad vive amenazada por un sistema de justicia dentro del cual hay funcionarios que han facilitado la impunidad, protegiendo a quienes delinquen desde su condición de poder político o económico.
Iglesia misionera
El obispo dijo que el sínodo ha resaltado la dimensión samaritana y pide ser una “Iglesia sacramento de amor, solidaridad y justicia”.
En el documento quinto formula una serie de propuestas pastorales para vivir este amor compasivo, solidario y promotor de estructuras justas.
“No es ahora momento propio para leerlas, pero sí ocasión propicia para decirles que las propuestas no se queden en el papel ni en los buenos deseos, sino que sean llevadas a la práctica por todos”.
Después de clausurado el sínodo, el prelado dice que la sociedad tendrá una Iglesia más participativa y misionera porque, según las estadísticas, apenas el 10% de la población de las ciudades tiene vida activa en la Iglesia, por lo que una de las propuestas es salir a la calle y compartir con los indiferentes.
Para Garachana, la Iglesia hará hoy lo que hizo Jesucristo: actuar con “fidelidad y autenticidad”.
Los datos de la encuesta presinodal y las aportaciones de los grupos sinodales retan a la Iglesia a dar una respuesta nueva, comprometida y urgente a la familia, una realidad profundamente herida, pero poco escuchada e insuficientemente atendida en la acción pastoral.
“Como Iglesia hemos de conocer mejor las heridas de las familias que, especialmente en ámbitos populares, son mayoritariamente disfuncionales, desintegradas, discriminatorias de la mujer, con violencia y abusos frecuentes, sin seguridad laboral y económica. Aceptan que la pastoral familiar que tenemos es insuficiente para abordar todos los problemas de la familia. Hemos de ser más creativos”.