08/12/2025
02:01 AM

'Empieza un proceso de renovación en la diócesis”

Monseñor Ángel Garachana presidió
la misa del cincuentenario que coincidió con la clausura del Primer Sínodo Diocesano en el país.


La devoción, alegría, entusiasmo y compromiso de la feligresía católica marcó la celebración de los 50 años de la Diócesis de San Pedro Sula en una histórica eucaristía.

Desde tempranas horas, los católicos llegaron al estadio Morazán y aplaudieron el solemne ingreso de la virgen de la Medalla Milagrosa y la imagen de San Pedro, ambos patrones de la diócesis y principales testigos de la clausura del Primer Sínodo Diocesano.

Mientras la solemne misa empezaba, el público disfrutó de actos culturales y religiosos en los que resaltó la fe, civismo y la historia. A las 5:00 pm comenzó el cortejo conformado por varios obispos del país, monseñor Michael D. Pfeifer de la Diócesis de San Ángelo, Texas, y el nuncio apostólico Luigi Bianco y demás autoridades de la Iglesia Católica en Honduras, los que se abrieron paso para iniciar la eucaristía.

Monseñor Ángel Garachana dio lectura al decreto de aprobación y promulgación de las constituciones sinodales fruto del sínodo y que marcarán el camino de la Iglesia diocesana en los próximos años.


“Doy gracias a Dios por las orientaciones y propuestas que me fueron entregadas en la celebración eucarística de la última Asamblea Sinodal. Las acojo gozosamente como palabra del pueblo profético del cual me ha constituido obispo y pastor, y las completo con el señalamiento de los puntos críticos y principios teológico-pastorales”.


“En virtud del ministerio episcopal recibido y a tenor del canon 466 del Código del Derecho Canónico, apruebo los textos, tal como a continuación son transcritos, como Constituciones Sinodales, porque ellos recogen el sentir y el querer del pueblo de Dios de Cortés y en ellos reconozco la voluntad concreta de Dios para esta diócesis”, dijo Garachana al mismo tiempo que procedían a firmar el decreto.

En la homilía dijo que estos 50 años de nuestra diócesis coinciden con un tiempo muy importante y decisivo de la Iglesia Católica, los 50 años del Concilio Vaticano II, esa reunión de todos los obispos del mundo convocados por Juan XXIII, el Papa bueno, para una
renovación profunda de la Iglesia, la revitalización de sus energías, el diálogo con el mundo moderno y la adaptación a los nuevos tiempos, sin perder la fidelidad a sí misma, a su identidad de Iglesia de Jesucristo.

El espíritu, las enseñanzas y las orientaciones del Concilio Vaticano II fueron acogidos por monseñor Jaime Brufau, por los sacerdotes y por los fieles con gran apertura y disponibilidad de espíritu. Empieza así un proceso de cambio y renovación en la diócesis sampedrana.
“Estamos en la década del 65 al 75. Coronamos así nuestro primer Sínodo Diocesano. Hemos caminado juntos, muy juntos, durante año y medio orando, analizando, dialogando, proponiendo, soñando. Pero este camino ni empezó en enero de 2012 ni termina en julio de 2013”. Basta decir que estos 50 años han sido los más decisivos, renovadores, creativos, de crecimiento y de maduración de la Iglesia de Dios en la costa norte.