La 13 calle suroeste, en la Capital Industrial, es sinónimo de vulnerabilidad.Cada vez que llueve, la historia se repite: la corriente de agua inunda viviendas y arrastra vehículos, sin que hasta ahora se haya encontrado una solución.
Habitantes, comerciantes y conductores viven con preocupación cada temporada de lluvias, y no es para menos: las fuertes corrientes convierten esa vía en un río.Las fotografías y videos que circulan muestran el impacto visual, pero rara vez se documenta el daño psicológico que enfrentan quienes residen en la zona.
Vanessa López, vecina del sector, cuenta que la pesadilla regresa cada vez que llueve y que su esperanza es que llegue un alcalde que resuelva la situación. “Estoy consciente de que la cantidad de basura que se arroja también tiene mucho que ver”, señala.
Un problema recurrente todos los años
El mayor problema se origina en las corrientes que bajan desde la Circunvalación hasta la 3 avenida.
Luis Beltrán, gerente de Infraestructura Municipal, explica que la ciudad está conformada principalmente por material aluvial y relleno milenario.“La parte alta sabemos que es la reserva de El Merendón, y con el paso del tiempo esta zona ha sufrido un mayor impacto por la deforestación. De igual forma, el crecimiento urbano ha generado más impermeabilización del suelo por la cantidad de concreto”, afirma.
Beltrán agrega que, a ello, se suma la práctica de depositar basura en lugares inadecuados, lo que ha contribuido a que los sistemas de aguas lluvias resulten obsoletos. “Con el cambio climático, tormentas de 40 o 50 minutos ahora dejan la cantidad de agua que antes caía en dos días”, advierte.
Estos factores provocan el colapso de los sistemas y hacen que el agua por escorrentía aumente, convirtiendo la 13 calle en un río.
Una solución viable, según expertos
El funcionario detalla que para resolver el problema se debe diseñar y construir un colector maestro de aguas lluvias con mayores dimensiones, que permita captar y conducir el agua hacia los ríos que cruzan la ciudad.Simultáneamente, señala, se debe trabajar con las comunidades para frenar la deforestación en la zona de reserva y así proteger el suelo.
Beltrán reconoce que se trata de un proyecto costoso, con una inversión estimada entre 150 y 200 millones de lempiras. “Se tendría que cortar toda la carpeta asfáltica e hidráulica, diseñar el colector y construirlo”, explicó.La buena noticia, añade, es que el proyecto se contempla en la matriz de inversión de 2026.
El ingeniero civil y experto en hidráulica, Osmin Bautista, explica que la topografía de la ciudad hace que calles y avenidas funcionen como canales abiertos durante la lluvia, sin representar necesariamente un peligro para peatones y vehículos.“Eso ocurre actualmente en la 13 calle, que da miedo, y debemos tomar precauciones”, advierte.
Para él, la solución definitiva es construir otro canal embaulado, paralelo al existente. “Eso costaría más de 400 millones de lempiras, desde la 13 calle hasta conectarlo al nuevo embaulado propuesto, y así no volveríamos a ver el río que se forma cada vez que llueve”, concluye Bautista.
Un drama de más de 20 años
En los últimos 20 años, diferentes corporaciones municipales han recibido denuncias sobre la 13 calle, pero ninguna ha logrado concretar una solución definitiva. Vecinos recuerdan que, tras el paso de los huracanes Eta y Iota en 2020, la situación empeoró debido al volumen de agua que bajó desde El Merendón.
Los comerciantes instalados en la zona aseguran que las pérdidas económicas son considerables cada temporada de lluvias. Electrodomésticos dañados, mercadería arruinada y locales cerrados por semanas son parte de los efectos que enfrentan. “En invierno bajan las ventas porque la gente evita pasar por aquí”, comenta un empresario de la zona que pidió omitir su nombre.
Expertos consultados coinciden en que el costo de la obra es elevado, pero también advierten que posponer la intervención solo aumentará los riesgos. “Si no se actúa a tiempo, cada año la reparación de daños y las pérdidas materiales serán mayores que la inversión de un proyecto estructural”, señala Bautista.
Mientras tanto, los vecinos han optado por medidas improvisadas para protegerse: levantar muros de cemento en las entradas de las casas, colocar costales con arena o instalar desagües artesanales. Aun así, reconocen que esas acciones son insuficientes frente a la fuerza de la corriente.
