San Pedro Sula, Honduras.
Entre aplausos y recordando varias de sus anécdotas, familiares y amigos le dieron ayer el último adiós a don Alfonso Flores, el fundador de varias orquestas , entre ellas la popular Gatos Bravos.
Cumpliría 92 años el 6 de octubre y deja un gran legado musical a las nuevas generaciones.
Nació en La Ceiba y los primeros pasos de su carrera los dio en la marimba La Muchachita y años después emigró a San Pedro Sula.
El talentoso hondureño hizo su primer intento al fundar la Orquesta Tropicana, luego Fonchín y su Combo. Después siguió sus sueños al crear Fonchín y los Gatos Bravos, una de las bandas de mayor prestigio a nivel nacional e internacional.
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Con el grupo recorrió muchos países interpretando pegajosos, ritmos como merengues, baladas y salsa.
Pero faltaba lo mejor y nació en las playas de Tela ese ritmo que los lanzó al estrellato al inspirarse en la música garífuna y dieron paso a la punta.
Ahí en 1986 produjeron la famosa canción que puso a bailar al país y sigue haciéndolo con el Sambunango teleño.
En uno de esos eventos, don Alfonso conoció a doña Alba Flores con quien contrajo matrimonio y procrearon tres hijos: Alfonso, Suyapa y Norman.
Doña Alba, el amor de su vida, fue la manager del grupo. Don Fonchín era el de la música y ella la logística.
Gatos Bravos grabaron varios discos y cantaron junto a Pimpinela, Celia Cruz, Wilfrido Vargas y Johny Ventura. Por más de 20 años cantaron y pararon en 1998 dejando una huella que se sigue en las emisoras de todo el país.
“Mi padre nos enseñó valores, como hijos nos sentimos orgullosos por ese legado. La familia sigue activa en la música. Él fue un hombre activo y vivió la época dorada de las grandes orquestas cuando no había nada electrónico”, dijo Alfonso (Fonchín) Flores, su hijo, quien sigue su legado musical.
