Las 4:00 am es una hora en que las personas todavía duermen a la espera del amanecer para empezar con sus jornadas diarias, así ocurre para la gran mayoría de individuos, mas no para quienes quieren hacer un trámite en el Registro Nacional de las Personas (RNP).
Para estos ciudadanos, la madrugada se convierte en una jornada de vigilia intermitente en su intento de realizar un trámite que en ocasiones puede durar horas, o incluso días.
Junto con un fotógrafo de Diario LA PRENSA vivimos de cerca lo que miles de personas sufren diariamente al tratar de obtener un documento en la oficina sampedrana del Registro, un momento de sus vidas que describen como una pesadilla.
Llegamos alrededor de las 4:40 am, el sol todavía no salía; sin embargo, a las afueras de la institución unas 200 personas ya estaban formadas en la fila, otras intentaban dormir en la acera, nos pareció un tanto sorprendente.
Había personas durmiendo sobre cartones en las aceras y otros ni siquiera en eso, solo les importaba que llegara la hora en que la oficina comienza a atender a los ciudadanos.
Venta de puestos
Nos abrimos espacio hasta el inicio de la fila para tratar de hablar con el primer ciudadano que estaba ahí. Era un señor de 64 años que identificaremos como don Alberto, en un principió creímos que se trataba de alguien que estaba ahí por un trámite; pero resultó ser más interesante a los pocos segundos cuando le consultamos desde que hora hacía fila.
“Estoy desde ayer a las 5:00 pm cuidándole el espacio a una muchacha que viene desde Cofradía, ella me va apagar por estar aquí”, comentó don Alberto.
Recibiría a cambió L600 por esa labor, pero hay quienes hacen el trabajo hasta por L1,000, dependiendo el trámite que el ciudadano quiera hacer.
Continuamos consultando en la fila para hablar con un ciudadano que estuviera en la cola por un trámite propio, pero al menos los primeros 20 cupos eran de tramitadores que cuidaban los espacios para venderlos.
El reloj ya marcaba casi las 6:00 am y fuera del RNP la multitud ya superaba las 400 personas y los primeros rayos de sol ya advertían del intenso calor que se avecinaba. Entre ellas se encontraba Bayron Alvarado, quien llegó a solicitar su identidad; pero adelante de él ya estaban formadas unas 70 personas más.
Un poco más atrás permanecía sentada Laura Cálix, aunque joven, su mirada parecía cansada y llena de desesperación, sabía que a este momento faltaban más de dos horas para que los primeros solicitante fueran atendidos, su turno no llegaría, sino hasta varias horas después.
Los ciudadanos siguieron poblando el lugar y para las 7:23 am unas 600 personas esperaban ser atendidas. Comenzó el ingreso de los empleados del Registro al edificio, lo que daba la esperanza que pronto arrancarían las atenciones.
A eso de las 7:45 am, el puesto que cuidaba don Alberto fue ocupado por la mujer que había contratado sus servicios. Simplemente cedió su lugar y se fue para volver por la tarde de ese mismo día y cuidar nuevamente un espacio que vendería por otros L600.El verdadero calvario.
Rondaban las 8:04 am cuando se abrió la oficina, los primeros en entrar fueron personas de la tercera edad y madres que cargaban a sus hijos en brazos para registrarlos.
Los ánimos entre los solicitantes comenzaron a calentarse, había quienes buscaban meterse a las filas de forma abusiva, pero no podían ante los gritos de quienes advertían de la acción.
Pasaron más de 15 minutos para que otro grupo de ciudadano lograra entrar en la oficina y así ocurrió el resto de la mañana, cada 15 0 20 minutos entraban unas 25 personas de cada fila; pero el número de ciudadanos afuera de la oficina no parecía disminuir.
Para las 10:00 am, el termómetro marcaba los 35 grados centígrados, las suelas de los zapatos parecían prenderse en llamas.
Marcaban las 10:37 am cuando Bayron y Laura salían de la puerta principal, después de más de seis horas habían tramitado su cédula. Para el mediodía, el calvario parecía que estaba lejos de terminar para unas 200 personas que seguían en las filas.