Mortalidad infantil se dispara 31% en San Pedro Sula

Hasta mediados de septiembre de 2025 se reportan 111 muertes de menores de un año, 26 casos más que 2024. Expertos lo asocian a la baja vacunación, atención tardía, falta de acceso a centros de salud y desnutrición

  • 07 de octubre de 2025 a las 23:59 /
San Pedro Sula, Honduras.

Cada vida infantil que se pierde por neumonía, diarrea o desnutrición es, en términos médicos y éticos, una muerte prevenible. Aunque Honduras ha logrado avances en la reducción de la mortalidad infantil, estos tres problemas permanecen entre las causas principales de fallecimiento en menores de cinco y 10 años, sobre todo en zonas rurales y comunidades con pobreza extrema.

Sin embargo, San Pedro Sula, uno de los municipios más desarrollados de Honduras, no es ajeno a este problema. Hasta mediados de septiembre de 2025 se reporta un incremento del 30.6% en los casos de mortalidad infantil (desde que nace hasta el primer año) con respecto al mismo período del 2024, según el boletín de la Región Metropolitana del municipio.

Estas enfermedades comparten un rasgo: la mayoría pueden evitarse o tratarse con medidas sencillas y de bajo costo, como la vacunación, el acceso oportuno a medicamentos, la atención primaria de salud y la mejora en las condiciones de higiene y nutrición.

La Secretaría de Salud se propuso una ambiciosa meta para el año 2025 de alcanzar entre el 95% y el 100% de cobertura en vacunación infantil a nivel nacional y en cada región sanitaria.

El objetivo se enmarca dentro del Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI), que recientemente introdujo la vacuna hexavalente de células enteras, capaz de proteger contra seis enfermedades graves: difteria, tétano, tos ferina, hepatitis B, haemophilus influenzae tipo b y poliomielitis.

En la Región Metropolitana de San Pedro Sula, la meta anual es inmunizar a 10,645 niños menores de un año, pero los datos arrojan un cumplimiento aún distante del objetivo.

El 5 de mayo de 2025 se inauguró la jornada nacional de vacunación y desparasitación, con brigadas casa por casa y estrategias intensivas que abarcaron tanto a población infantil como adulta.

De 10,645 bebés menores de un año que deberían recibir la vacuna pentavalente (protege contra Haemophilus influenzae tipo b, que causa neumonía y meningitis), solo 5,788 la han recibido, eso equivale a un poco más de la mitad de la meta. Al tener solo 54% de cobertura, casi la mitad de los niños menores de un año quedan desprotegidos frente a bacterias respiratorias graves.

De los 13,386 niños de uno a dos años que deberían recibir la primera dosis de la vacuna contra sarampión, rubéola y parotiditis, solo 5,883 la han recibido, eso representa menos de la mitad.

En el caso de la segunda dosis de la misma vacuna, apenas 5,010 niños han sido inmunizados de los 13,386 planificados, lo que equivale a solo un tercio de la meta. La cobertura es baja, el ideal es llegar al 95% o más, pero actualmente apenas se alcanza entre 37% y 54% en estos grupos. Eso significa que muchos niños siguen desprotegidos frente a enfermedades prevenibles.

Agravan los casos

Las vacunas contra la neumonía y la diarrea, dos de las principales causas de mortalidad infantil prevenible, siguen siendo aplicadas de manera irregular. El esquema establece que los bebés deben recibir tres dosis contra la neumonía en los primeros meses de vida: a los dos meses, a los cuatro meses (con refuerzos) y a los seis meses. En el caso de la diarrea se administra la primera dosis a los dos meses. Estas protecciones pueden cubrir hasta 10 años de vida.

Antes de la pandemia, la cobertura nacional rondaba entre el 80% y 90%, pero desde entonces los índices han caído de forma preocupante. La tendencia está en descenso en las ciudades con mayor densidad poblacional, como el caso de San Pedro Sula, que figura entre las zonas con más baja cobertura.

Especialistas en salud pública coinciden que un esquema incompleto es como dejar una puerta abierta al virus o a la bacteria. El niño queda vulnerable, y muchas veces lo que hace la diferencia ewntre la vida y la muerte es una dosis que nunca recibió.

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"El ingreso familiar influye en acceso a alimentación adecuada, servicios de salud y condiciones de vivienda digna, todos cruciales para prevenir y tratar estas enfermedades": Wilmer Euceda, jefe de redes integradas de la Metropolitana de SPS

De acuerdo con declaraciones de Wilmer Euceda, jefe de redes integradas de salud de la Región Metropolitana de San Pedro Sula, , aunque la falta de aplicación completa del esquema de vacunación coloca a miles de niños en situación de riesgo frente a enfermedades prevenibles, no es la única ni necesariamente la principal causa de muerte.

La desnutrición y la anemia nutricional son determinantes históricos en la mortalidad infantil. La carencia de una dieta balanceada debilita el sistema inmunológico, haciendo que un simple cuadro de diarrea o una infección respiratoria termine en complicaciones mortales.

En comunidades rurales esta realidad es marcada, niños mayores de un año que deberían estar fortaleciendo sus defensas, mueren por causas asociadas a infecciones que se complican debido a la malnutrición.

Otro de los grandes retos es el acceso a servicios de salud. En zonas apartadas o caseríos de montañas, algunas familias tardan hasta cuatro días en llegar a un centro de salud, lo que provoca retrasos en la aplicación de tratamientos básicos. Además, persiste un subregistro de muertes infantiles en las comunidades, lo que limita la capacidad del sistema para responder de manera oportuna y planificar estrategias de prevención.

La neumonía y las enfermedades infecciosas intestinales, principalmente la diarrea, se mantienen como las dos principales causas de muerte en menores de cinco años. Ambas enfermedades son prevenibles y tratables, pero la vulnerabilidad de la niñez se agudiza cuando no cuentan con la protección de vacunas esenciales como la pentavalente o la del rotavirus.

La neumonía es una inflamación del pulmón que, si no se atiende a tiempo, lleva a insuficiencia respiratoria y muerte. En niños pequeños, los síntomas pueden comenzar como un resfriado y progresar rápidamente a fiebre alta, dificultad para respirar, respiración rápida o hundimiento de la caja torácica al inhalar.

La población afectada por esta problemática suele carecer de acceso oportuno a la atención médica. Además, habita en viviendas donde se utiliza leña para cocinar en espacios cerrados, lo que incrementa la exposición al humo.

A esto se suma la convivencia con personas fumadoras (tabaquismo pasivo), la desnutrición y la baja cobertura de vacunación, factores que contribuyen a la aparición de estos casos. Cabe destacar que la neumonía es una enfermedad prevenible mediante la vacunación, la reducción de la exposición a humos domésticos y el acceso oportuno a antibióticos y oxígeno en centros locales cuando es necesario.

De manera similar, la diarrea en niños representa otra de las principales amenazas, ya que puede provocar deshidratación severa durante pocas horas.

La solución más económica y efectiva es la rehidratación con sales de rehidratación oral y, en casos graves, suero intravenoso. La prevención radica en agua potable, saneamiento, higiene (lavado de manos) y vacunación contra agentes como rotavirus. A pesar de la simplicidad del tratamiento, la diarrea sigue siendo una de las principales causas de muerte infantil por fallas en acceso a agua segura y atención oportuna.

Estas enfermedades son altamente prevenibles mediante vacunación, pero el país mantiene brechas significativas en la cobertura del esquema básico de inmunización.

Es frecuente que padres lleguen al centro de salud cuando el niño ya presenta signos de shock por deshidratación, familias que no tienen sales en casa o desconocen cómo preparar soluciones, comunidades sin agua potable y con letrinas inadecuadas. Estos casos se repiten y explican por qué la diarrea sigue matando a niños a pesar de ser, en la mayoría de los casos, tratable.

Por otro lado, la desnutrición acorta la vida y la resistencia del niño frente a las infecciones. Las crisis económicas, el aumento de la pobreza alimentaria y las limitaciones en políticas públicas de seguridad alimentaria han hecho que miles de niños vivan con este riesgo.

En Honduras, la desnutrición es tanto una causa directa como un multiplicador de riesgo para neumonía y diarrea. Programas de suplementación, lactancia exclusiva hasta los seis meses y alimentación complementaria adecuada son claves de prevención.

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"Lamentablemente, hay una importante disminución de las metas de vacunación en el país": Lesbia Villatoro, epidemióloga

Pese a los avances en vacunación y campañas de salud, la niñez continúa enfrentando muertes por enfermedades que podrían evitarse con atención oportuna y esquemas de inmunización completos. Así lo aseguró la doctora y exjefa de la Región Metropolitana de Salud de San Pedro Sula, Lesbia Villatoro, quien desde su experiencia en el sistema sanitario, advirtió que los casos frecuentes de mortalidad infantil están relacionados con infecciones respiratorias y gastrointestinales.

“Las enfermedades prevenibles son aquellas para las que contamos con vacunas dentro del Programa Nacional de Inmunizaciones”, explicó Villatoro. Desde el nacimiento, los niños reciben protección contra tuberculosis meníngea, hepatitis B, difteria, tosferina, sarampión, entre otras. “Estas vacunas están disponibles en todos los establecimientos de salud, desde la etapa neonatal hasta la adolescencia”, agregó.

La galena recordó que la vigilancia epidemiológica mantiene un control estricto sobre padecimientos que durante décadas anteriores cobraron muchas vidas. “Enfermedades como la poliomielitis o el sarampión están prácticamente erradicadas en el país gracias a la vacunación, los últimos casos se registraron en los años 90”, precisó.

Aclaró que la amenaza sigue latente si las coberturas de vacunación bajan. “En el departamento de Cortés se han reportado muertes por tosferina en menores no vacunados, son situaciones lamentables porque estas defunciones pudieron evitarse”, dijo.

Además de las vacunas del esquema oficial, existen inmunizaciones disponibles en el sector privado, como contra neumococo o varicela. “Son enfermedades respiratorias que pueden complicarse gravemente. Cuando no hay acceso a estas vacunas aumenta el riesgo de hospitalización o incluso muerte”, subrayó.

Según Villatoro, los cuadros de neumonía y las diarreas severas con deshidratación son los que más muertes generan en hospitales a nivel de menores. “Las infecciones respiratorias adquiridas en la comunidad son la principal causa de mortalidad infantil, le siguen las enfermedades gastrointestinales, que no siempre se previenen con vacunas, pero sí con saneamiento básico, acceso a agua potable e higiene adecuada”, señaló.

Los niños en edad preescolar, especialmente aquellos en guarderías y centros educativos, son los más vulnerables a las infecciones respiratorias recurrentes debido al contacto cercano con otros menores. “Si un niño está inmunosuprimido y contrae neumonía, el riesgo de fallecer aumenta considerablemente”, enfatizó.

La pandemia de covid-19 afectó seriamente las coberturas de vacunación en Honduras. Durante 2020 y 2021, los esfuerzos del sistema de salud se centraron en la prevención de la mortalidad por COVID-19, eso provocó que muchas metas de vacunación infantil no se cumplieran porque el personal no salió a las comunidades.

Aunque las jornadas nacionales de vacunación se han retomado desde 2022, aún se trabaja en recuperar la confianza y alcanzar a la población rezagada. Las vacunas están disponibles en todos los centros de salud, pero todavía hay familias que no completan los esquemas de sus hijos.

Responsabilidad familiar

El análisis de la mortalidad infantil en un último informe dado por la Unidad de Vigilancia de la Secretaría de Salud en San Pedro Sula, específicamente de la categoría mortalidad infantil menor de un año, mostró una tendencia preocupante. Durante la semana epidemiológica 38 del presente año, el número de casos acumulados de mortalidad infantil aumentó en 26 muertes con respecto a 2024, pasando de 85 a 111 casos.

Este incremento representó un aumento del 30% en la mortalidad de niños menores de un año en la región. Aunque la categoría de muerte de niños de uno a cuatro años solo mostró un ligero aumento de un caso (pasando de cuatro a cinco), la principal preocupación se centra en los infantes.

Al examinar las causas de morbilidad reportadas en el informe para este grupo de edad, la diarrea en menores de un año destacó como una enfermedad prevalente con 1,255 casos durante 2025, a pesar de haber disminuido un 23% en comparación con 2024.

La principal causa de mortalidad mencionada explícitamente y que es un riesgo importante en este grupo es la neumonía/bronconeumonía, que no solo tiene 1,286 casos acumulados durante este 2025, sino que además aumentó en 126 casos con respecto al año anterior, confirmando un repunte de las infecciones respiratorias graves, que son una causa líder de muerte en la infancia.

Otras causas infecciosas con potencial de riesgo en la niñez, como la tosferina, reportaron 33 casos sospechosos durante el 2025, resultando en al menos dos fallecimientos en el periodo, y con un tercio de los casos ocurriendo en menores de dos meses que no tienen la edad para la vacunación.

De acuerdo con el informe general, la desagregación por centros de salud mostró que el hospital Mario Catarino Rivas es la institución con la mayor carga, ya que su número de casos acumulados se disparó de 54 a 77 de un año a otro, siendo responsable de la mayoría del incremento. Por otro lado, aunque el Instituto Hondureño de Seguridad Social reportó una disminución de 27 a 22 casos, el hospital Leonardo Martínez Valenzuela triplicó sus casos acumulados, pasando de cuatro a 12 muertes infantiles.

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"Hay bajas coberturas en vacunas y esto hace que aumente la mortalidad infantil": Roberto Cosenza, cardiólogo y exviceministro de Salud

El doctor Roberto Cosenza, exviceministro de Salud, coincidió que la falta de acceso oportuno a los servicios médicos, unida a las deficiencias en el sistema sanitario, son factores determinantes que ponen en riesgo la vida de miles de niños en el país.

Según Cosenza, las bajas coberturas de vacunación han abierto la puerta al resurgimiento de enfermedades prevenibles, lo que se traduce en un aumento en las muertes infantiles. “Cuando los niños no tienen acceso a las vacunas se exponen a padecimientos que ya deberían estar controlados”, advirtió.

El exfuncionario también destacó que la carencia de especialistas y de personal de salud capacitado limita la atención en las comunidades más vulnerables. A ello se suma la falta de medicamentos y equipo en los establecimientos públicos, lo que obliga a muchas familias a enfrentar situaciones críticas sin el tratamiento adecuado.

La situación económica de los hogares es otro factor que agrava la crisis. El desempleo y la falta de poder adquisitivo impiden que los padres puedan adquirir los insumos y medicamentos necesarios para sus hijos. “La pobreza alimentaria y la incapacidad de comprar lo básico afectan directamente la salud de los niños”, señaló.

Cosenza hizo un llamado a la responsabilidad familiar, recordando que el retraso en acudir a los centros de salud también incrementa los riesgos. “Muchos padres llegan tarde con sus hijos, incluso cuando tienen acceso al servicio, y eso disminuye las posibilidades de salvarles la vida”, expresó.

La combinación de factores estructurales y sociales que alimentan la mortalidad infantil en Honduras es un problema que, según médicos, solo podrá enfrentarse con mayor inversión en salud pública, políticas de vacunación más efectivas y una conciencia colectiva sobre la importancia de la prevención.

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Ariel Trigueros
Ariel Trigueros
jerson.trigueros@laprensa.hn

Reportero multimedia e investigador en LA PRENSA. Más de 10 años en medios. Licenciado en Periodismo (UNAH), máster en Comunicación (UEA) y docente universitario.