La temporada de huracanes se intensifica en septiembre en Honduras

Para Honduras, Cenaos proyecta de 16 a 17 tormentas tropicales en la cuenca del Atlántico, y de esas, unas 9 podrían llegar a huracanes, con 4 alcanzando categoría 3 o superior.

San Pedro Sula, Honduras

Maura Carranza vive en la aldea La Duarte, ubicada en al norte de El Progreso, Yoro, y su clamor se hizo conocido en Honduras cuando elevó plegarias frente al bordo roto que contenía el río Ulúa. A días de que las lluvias regresen, también vuelven sus temores.

El caudaloso río, que ya se desbordó dos veces con las primeras lluvias de la temporada entre junio y julio, ha estado calmado, dando tiempo para que los bordos destruidos por su incontenible caudal sean reparados.

En vísperas del inicio de lo más duro de la temporada lluviosa y ciclónica en el mar Caribe, la contactámos para saber si las obras fueron realizadas y terminadas en tiempo y forma.

Desde su hogar, en las cercanías del bordo de La Duarte, confirmó a LA PRENSA Premium que el gran boquete que hizo que se inundara la aldea La Duarte y el campo Amapa, en los excampos bananeros fue cerrado por la alcaldía de El Progreso, mientras que el Fondo Hondureño de Inversión Social (FHIS) hizo su parte cerrando la ruptura en el boquete a la altura del lugar que le dicen El Ceibón o Ceibona.

Aunque Carranza reconoce que las obras terminaron hace un mes, no tiene fe en el trabajo realizado. "El tapón que hizo la municipalidad, lo terminó el alcalde. Pero lo que iba a hacer la Presidenta -a través del FHIS- solo hizo un boquete. Pero no compactaron bien esa tierra, solo la hicieron tirada", aseguró.

¡Seguirán en riesgo! Ingeniero de la SIT cree que en "en dos meses" estará reparado bordo

Lamentó que no se cerraran de una sola vez los otros dos tramos afectados que se han identificado en el mismo canal de alivio, aguas abajo, y que de no funcionar el tapón hecho para cerrar el paso del agua al canal de alivio, volverán a estar pronto con el agua al cuello.

"Si ese río pegara una fuerte llena, nosotros no quedamos ni para contarlo, porque ahí nomás, cerca de La Batea, el río tiene dañada otra parte del bordo. El río se ha comido la vega y se está filtrando por debajo del bordo", alertó Carranza, con miedo a lo que pueda pasar cuando arrecian las lluvias de septiembre a noviembre.

Dice que lo único que les queda estar preparados ante cualquier emergencia. "Cuando se llena acá, lo que hacemos es buscar a donde meter las cositas e irnos para algún bordo", auguró.

Este fue el boquete que cerró el Fhis en la cercanía de la colonia La Duarte. En el sitio donde ese canal de alivio se une con el Ulúa, la municipalidad de El Progreso cerró el ingreso de agua derivada del río, con la obra que le llaman El Tapón.

Mientras en El Progreso, Yoro, las lluvias reviven miedos, en el Atlántico la temporada de huracanes avanza con fuerza.

Hasta ahora, ya se han registrado seis sistemas con nombre propio. Sin embargo, con la llegada de septiembre, el pico de actividad ciclónica suele aumentar hasta noviembre, lo que mantiene en alerta a todo el Caribe y Centroamérica, incluidas zonas vulnerables de Honduras.

El último fenómeno tropical en aparecer fue Fernand, una tormenta tropical que el lunes se desplazaba hacia el noreste, lejos de la costa este de Estados Unidos y Canadá, sin representar riesgo inmediato para la población, según informó el Centro Nacional de Huracanes (NHC).

Fernand, con vientos sostenidos de hasta 95 kilómetros por hora (km/h), se encontraba a 685 kilómetros al noreste de Bermuda, moviéndose a 20 km/h. El organismo con sede en Miami advirtió que mantendrá su intensidad unas horas más, pero se espera que comience a debilitarse desde el martes y que el miércoles se convierta en un ciclón postropical.

La aparición de Fernand ocurre una semana después de Erin, el primer huracán del Atlántico en 2025. Erin se originó cerca de Cabo Verde, en África, donde dejó siete muertos, antes de avanzar por el Caribe con fuertes lluvias y vientos.

Su impacto más fuerte se sintió en la costa este de Estados Unidos, especialmente en Carolina del Norte, donde obligó a evacuar islas pequeñas y provocó marejadas ciclónicas que pusieron en riesgo vidas humanas.

Antes de Fernand y Erin, la temporada comenzó con Andrea, primer sistema nombrado, formado a inicios de temporada que oficialmente en el Atlántico arranca el 1 de junio.

Luego siguió Barry, que se desplazó por aguas abiertas sin causar mayores daños; seguido de Chantal, el primero en tocar tierra en Estados Unidos, que en julio dejó dos muertos en Carolina del Norte. Le sucedió Dexter, que recorrió parte del Atlántico sin mayores consecuencias en tierra.

Los fenómenos El Niño o La Niña determinan que tán intensa puede ser una temporada ciclónica.

Actividad por encima de lo normal

La temporada de huracanes en el Atlántico 2025, según el pronóstico oficial de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration, por sus siglas en inglés) y el Centro Nacional de Huracanes de Miami, tiene una probabilidad del 70% de ser una temporada con actividad por encima de lo normal.

Se esperan entre 13 y 18 tormentas con nombre, de las cuales 5 a 9 podrían convertirse en huracanes, y 2 a 5 podrían ser huracanes intensos (categoría 3 o superior).

"Septiembre es, por lo general, el mes que más ciclones tropicales se forman en el Caribe. Entonces, las afectaciones se pueden dar en ese mes o a partir de ese mes", explicó Edgar Josué Mejía, docente, máster en meteorología y coordinador de la carrera de Meteorologia de la Escuela de Física de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).

"¿Cuáles son los meses que nosotros vigilamos más por afectaciones más directas al territorio? Es a finales de octubre y principios de noviembre —apuntó Mejía—. Ese es como el periodo de tiempo en donde, por lo general, los ciclones pueden acercarse más al territorio hondureño".

El índice de Energía Ciclónica Acumulada (ACE) prevé situarse entre el 90% y 160% de la mediana histórica, lo que indica un periodo de actividad variable pero potencialmente activo para la cuenca del Atlántico norte.

Diversas agencias internacionales, como la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y otras, estiman que entre junio y septiembre hay entre un 65 % y 70 % de probabilidad de mantenerse en fase neutra, y hasta un 30‑35 % de probabilidad de que surja La Niña, con muy baja probabilidad de El Niño.

En otras palabras, de acuerdo al OMM, esto significa que las condiciones climáticas están en un punto neutro: ni hay Niño (que calienta el Pacífico y suele traer sequías a Honduras), ni hay Niña (que enfría y suele traer más lluvias e inundaciones). Pero los expertos están con la vista puesta porque podría formarse una Niña débil más adelante (en el fin de año). Por ahora, el clima está en medio, neutral.

"Entre mayor cantidad de ciclones tropicales que se forman, las probabilidades de que uno de esos llegue al territorio hondureño con alguna afectación directa, pues es mayor", sostuvo Mejía.

En efecto, el Centro Nacional de Estudios Atmosféricos, Oceanográficos y Sísmicos (Cenaos) y la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) proyectan para Honduras una temporada ciclónica activa para 2025, con un pronóstico de aproximadamente 16 a 17 tormentas tropicales en la cuenca del Atlántico, y de esas, unas 9 podrían llegar a huracanes, con 4 alcanzando categoría 3 o superior, lo que los clasifica como huracanes peligrosos.

En la cuenca del Pacífico, se prevén alrededor de 15 tormentas tropicales, con 7 u 8 evolucionando a huracanes y 4 de estos pudiendo ser intensos. La mayor probabilidad de afectación para Honduras se concentra en los meses de septiembre a noviembre, con un pico posible entre finales de octubre y principios de noviembre.

El catedrático de la UNAH expuso que el promedio de que un huracán impacte —ya sea al pasar a menos de 50 millas de distancia o al tocar directamente el país— "es de un 23% y ahorita están pronosticando de un 25%, o sea que está cercano al promedio".

Cenaos alerta sobre la vulnerabilidad de Honduras frente a estos eventos, destacando que las regiones con mayor riesgo son Cortés, Colón y Atlántida, debido a sus características geográficas propensas a inundaciones y deslizamientos.

Por su parte, Copeco ha reforzado los sistemas de alerta temprana y la preparación en zonas de riesgo. Se ha iniciado una campaña de aprovisionamiento para emergencias y capacitación de comités municipales para fortalecer la resiliencia comunitaria, incluyendo limpieza de drenajes y seguridad alimentaria.

Copeco recomienda a la población mantenerse informada mediante canales oficiales y respetar las medidas de prevención, especialmente ante lluvias intensas y posibles emergencias.

Según un informe financiero publicado por la Secretaría de Finanzas (Sefin), el presupuesto con el que cuenta este año la Secretaría de Estado en los Despachos de Gestión de Riesgos y Contingencias Nacionales (Copeco) es de 406.6 millones de lempiras.

De ese monto, L325.9 millones -que representa el 79.96% del total del presupuesto vigente- son destinados a cubrir el pago de sueldos y salarios del personal bajo la modalidad de permanente, no permanente y sus colaterales, otra asistencia social, gastos de representación en el país.

El presupuesto asignado a Copeco muestra una disminución significativa en 2025 respecto al año anterior, según datos de la Secretaría de Finanzas (Sefin).

De acuerdo con el gráfico No. 4 “Presupuesto por Programas”, la institución ejecutó en 2024 una cifra cercana a los 600 millones de lempiras, mientras que para el presente año fiscal 2025 el monto vigente ronda los 400 millones, lo que representa una caída de alrededor de 200 millones.

El comparativo refleja además que en 2023 la ejecución presupuestaria fue de poco más de 450 millones de lempiras, cifra intermedia entre lo ejercido en 2024 y lo aprobado para este 2025.

Los programas más relevantes de Copeco son: Cultura de prevención y reducción del riesgo, que concentra la mayor parte de los recursos. Contingencias nacionales: Emergencias nacionales atendidas, con un refuerzo en 2024 tras el incremento de eventos climáticos. Actividades centrales, con la menor asignación.

Mejía explicó que la zona norte reporta una alta vulnerabilidad en esta temporada. "Cuando estos sistemas se acercan al territorio hondureño, aunque no toquen el territorio hondureño, las bandas, si pasan cerca, estas bandas interactúan con las montañas de la zona norte, (que son) paralelas a la costa, entonces eso genera de que las cantidades de agua que se generan ahí sean mayores y entonces que haya mayor crecimiento de los ríos".

La actividad ciclónica en el océano Pacífico también incide en la cantidad de lluvias que caen sobre Honduras. Suele impactar más en las regiones sur y occidente del territorio nacional.

Actualmente, el Centro Nacional de Huracanes de Miami mantiene vigilancia activa con avisos para tormentas nombradas en la región y advirtió que la temporada sigue dentro de las expectativas de actividad normal a alta, recordando que las condiciones climáticas globales favorecen la formación de ciclones tropicales durante los próximos meses

Desde que se tiene registro oficial, Honduras ha sido impactada por más de 30 huracanes y tormentas tropicales, según análisis de datos oficiales. Los huracanes que dejaron mayor huella histórica por su nivel de destrucción y pérdida humana incluyen al huracán Fifí en 1974.

Este fenómeno fue de categoría 2 que causó más de 8,000 muertes en Honduras, con daños severos en la zona norte del país, especialmente en Choloma. Se considera uno de los fenómenos naturales más mortíferos en la historia hondureña.

Le sigue el huracán Mitch en 1998. Fue categoría 5, y es considerado el más devastador en Honduras y uno de los más mortales en América Central. Provocó más de 5,600 muertes directas y millones de afectados, con daños económicos aproximados a 3,000 millones de dólares. Fue responsable de extensas inundaciones y deslizamientos, afectando todo el territorio nacional.

Eta e Iota en 2020 impactaron al país de forma consecutiva y provocaron decenas de muertes. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el gobierno de Honduras estimaron daños y pérdidas por más de 45,000 millones de lempiras (alrededor de 1,900 millones de dólares).

En concreto, Eta se formó el 31 de octubre de 2020 en el Caribe y alcanzó categoría 4 antes de tocar tierra en Nicaragua. Al ingresar a Honduras ya se había degradado a tormenta tropical y luego depresión, pero sus lluvias fueron devastadoras. Provocó inundaciones masivas en el valle de Sula y otras regiones.

Iota surgió el 13 de noviembre de 2020, alcanzó categoría 5 en el Caribe (el huracán más fuerte de la temporada). Tocó tierra en Nicaragua, pero al llegar a Honduras ya estaba degradado a tormenta tropical y después a depresión. Igual que Eta, dejó enormes daños por lluvias e inundaciones.

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Jessica Figueroa
Jessica Figueroa
jessica.figueroa@laprensa.hn

Periodista de investigación, editora y cronista. Con 22 años en el periodismo escrito y multimedia. Con subespecialidades en diseño y edición gráfica e inteligencia artificial.