Después de mes y medio de no ganar un centavo para sufragar los gastos diarios, más de 11,000 vendedores informales están agobiados por la crisis económica y amenazados por una hambruna.
Xiomara Reyes, una vendedora de ropa del centro de San Pedro Sula que con las ganancias alimenta a cuatro nietos, comenzó esta semana a sentirse atribulada, entre la espada y la pared, porque “ya no hay dinero y la comida se está terminando”.
Reyes (de 48 años) y todos los comerciantes informales, de manera voluntaria o coercitiva, abandonaron sus pequeños negocios establecidos en los alrededores de los mercados desde que el Gobierno decretó el toque de queda en el país con el objetivo de contener la expansión del COVID-19. Desde entonces, ella no ha vuelto a vender “ni un par de calcetines”.
La Central de Abastos solo ha estado cerrada un día.
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“Hay una desesperación tremenda, nosotros vivimos de lo que vamos vendiendo cada día.Así como vamos, si no nos mata la pandemia, nos mata el hambre. Yo vivo en Las Brisas… el alcalde nos mandó una bolsa de alimentos, pero ya se acabó. Necesito comida y dinero para comprar mis medicinas para la diabetes y el corazón. ¿Qué me queda?, volver a trabajar como sea”, dijo.
Todos los comerciantes informales están desesperados. Claudia Pineda, presidenta de Sincocih
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En un recorrido realizado ayer, periodistas de Diario LA PRENSA constataron que han proliferado nuevos buhoneros en las aceras y orillas de bulevares vendiendo ventiladores, forros y protectores de celulares, piscinas, mascarillas y otros artículos.
Temor
Claudia Pineda, presidenta del Sindicato Nacional de Comerciantes del Sector Informal de Honduras (Sincocih), teme que la ciudad se convierta en un escenario inestable socialmente a causa de la dilatada inactividad económica que mantiene a cientos de personas ahogadas en la desesperación.“A cada rato me llaman los compañeros vendedores preguntando cuándo van a abrir la economía. Hay hambre porque no hay trabajo.Esta presión crecerá tanto que ni la Municipalidad ni el Gobierno podrán detenerla. Nosotros hemos hecho caso al ‘quédate en casa’, pero nos están matando económicamente”, dijo.
Este hombre vende mascarillas para ganar dinero y comprar alimentos.
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“Nosotros estamos dispuestos a cumplir con todas las nuevas medidas de bioseguridad, como usar mascarillas, gel y tener agua y cloro en todos los puestos para regresar a trabajar lo antes posible.Estamos esperando que nos vuelvan a llamar para saber qué decidieron… pero la Municipalidad aún no dice nada”, añadió.
Para empezar, los vendedores informales, los que están en las calles, igualmente los formales, quienes trabajan en establecimientos alquilados dentro de los mercados Rápido, Medina, Dandy y Guamilito están dispuestos a someterse a un sistema de trabajo controlado y limitado por días, según un programa considerando el número de identidad, “todo para llevar dinero a la casa”.
Plan
Pedro Barquero, presidente de la Cámara de Comercio e Industrias de Cortés (CCIC), advierte que la desesperación que está socavando al sector informal es consecuencia de la falta de un plan gubernamental contundente de apoyo fiscal que proteja a todos los hondureños.“En Honduras trataron la crisis de manera diferente al resto del mundo. Aquí el Gobierno no hizo un sacrificio fiscal para apoyar a las empresas y a las personas para que pudieran aguantar el encierro.Después de 45 o 50 días no han llegado las medidas de alivio. El sector informal y las grandes empresas estamos presionados y desesperados”, dijo.
Si tomamos medidas de bioseguridad, no habría contagios. Elvia García. comerciante
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Salir a “buscar el pan de cada día”, según el máximo dirigente empresarial del norte, significaría abrir la economía de la ciudad bajo un plan que obligue a todos los oferentes de productos y servicios a utilizar medidas de bioseguridad recomendadas por expertos en epidemiología con la intención de contener la propagación de la pandemia.
Evitar contagio
Para Elvia García, propietaria de Surtidora Abigaíl, un negocio que opera en la Central de Abastos de Sula, el Gobierno fácilmente “puede reactivar la economía y evitar el contagio tomando todas las medidas de seguridad que muchos negocios han implementado sin ser obligados”.“Nosotros tenemos tres negocios en la Central y 45 personas empleadas. Vendemos alimentos, como carnes y lácteos.Desde que decretaron el toque de queda hemos estado trabajando, solo estuvimos cerrados un día, pero hemos tomado todas las medidas de bioseguridad”, relató a Diario LA PRENSA.
Pedro Barquero, titular de la ccic: “El Gobierno debe hacer un sacrificio fiscal para ayudar a las empresas o nos permite salir a buscar el pan de cada día bajo un plan de bioseguridad”.
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La Central de Abastos de Sula es un centro estratégico para San Pedro Sula porque desde este punto salen frutas, verduras, granos y todos los alimentos que los habitantes compran en los supermercados y otros negocios de la ciudad.
Diario LA PRENSA buscó la opinión de la Municipalidad, pero ningún funcionario ofreció declaraciones sobre la crisis económica de la ciudad y un posible plan de reactivación.
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