Además de padres, padrastros, hermanos, los tíos, primos y hasta abuelos también hacen parte de la lista de abusadores.
El caso de Damaris, una niña de tres años de edad que fue raptada, torturada y violada por un hombre de 48 años en la ciudad de Chiclayo, al norte de Perú y que se volvió tendencia mundial a mediados de junio, fue la clave para que decenas de mujeres del grupo cerrado de Facebook, Mommy and Tribe de San Pedro Sula, confesaran de manera anónima y voluntaria, diversas y repudiables formas de abuso que enfrentaron en algún momento de sus vidas, ellas directamente o personas de su entorno cercano.
Fueron más de 50 relatos que conmovieron a toda la comunidad de mujeres que ya asciende a 17,500 miembros, de diversas partes del país y hondureñas en el exterior.
Ellas plasmaron sus vivencias casi de forma automática, motivadas por la impotencia de haber callado durante muchos años, y con el firme propósito de contar sus experiencias dolorosas, para que estas situaciones no se repitan más.
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A fin de hacer trascender sus voces, estas valientes mujeres accedieron a que LA PRENSA Premium y El HERALDO Plus pudieran publicar sus relatos con el fin de que ninguna de las situaciones que les tocó vivir y enfrentar se repitan, especialmente en las víctimas inocentes: los niños.
Anónimo 12: “No sé qué pasó, solo desperté en una habitación que parecía una cárcel”.
A los 6 años fui tocada en mis partes íntimas por un tío, recuerdo que ponía su miembro en mi parte y no sé si eran orina o qué, pero yo sentía como un líquido fuerte. Le tenía pánico, ahora adulta coincidimos en pláticas con dos primas y la hermana menor de él, y las cuatro pasamos por lo mismo. A los 18 años pasé lo peor de mi vida, una persona me pretendía, pero yo no le hacía caso porque sabía que tenía novia. Hice un viaje y justamente él viajó también. Era solo de dejar a una persona y volver. No sé qué pasó, solo desperté en una habitación que parecía como una cárcel, allí me retuvo tres días, abusando de mi. Me daba golpes en la cara porque yo lloraba diciéndole que me dejara ir. Dios envió a una señora allí y me ayudó a irme de ese lugar. Lo más triste fue que quedé embarazada de ese abuso y desde ese día sufro todos los días. Me crucificarán, pero no quise tener a esa criatura. No sé si Dios tendrá compasión de mí por lo que hice, eso me ha afectado enormemente, porque también me pregunto, ¿lo habría llegado a querer? ¿Cómo estaría? No saben, ha sido un calvario diario.
Anónimo 17: “Me daba tanto pánico que me orinaba todas las noches”
Cuando era pequeña me dejaron en casa de una tía a los cinco años. Recuerdo a un primo masturbándose enfrente de mí. Me daba tanto pánico que me orinaba todas las noches. Luego a los seis años vivía con mi mamá y un empleado de ella me tocaba. En vacaciones me dejaban donde otra tía y su ex esposo siempre me miraba de forma fea y me decía que yo era muy bonita. Yo tenía entre 7 y 8 años. Cuando lo veía me daba pánico. Me encerraba en el baño. Un primo de mis hermanastras me tocaba y hasta se hacía pasar por cristiano.
Crecí con depresión e inseguridades en mi adolescencia. Me hice rebelde, me refugie en el rock, me vestía de negro, según yo para que nadie me mirara. No quería llamar la atención de ningún chico. Me refugié en las drogas y toqué fondo. Estuve en una clínica psiquiátrica.
Cuento esto para que estén pendientes de sus niñas y niños. A mí, como leerán, nadie me cuidó, nadie me aconsejó. Estén alertas si ven a su hijo triste o si lo ven rebelde es por que algo pasa. No se los confíen a nadie. Ahora a mis 30 trato de sanar, pero cuesta olvidar. Cuando quiero abrazar a mi niña interior aún la veo con sus ojos grandes llenos de lágrimas.
Anónimo 23: “La oveja negra, me decían”
Primera vez que escribo y créanme, me tiemblan las manos. Ya no recuerdo a detalle cuantas veces intentaron abusar sexualmente. Cronológicamente el primero fue el papá de una prima. Yo de 11 años y el de 50. Llegaba a ver a su hija y de paso nos manoseaba a mis hermanas y a mí.
A los 13, dos primos mayores, uno de 30 y el otro 17. A los 14, otro primo menor que yo. Él tenía 12 años. A los 15, el hermano de mi padre. Todo esto sucedió dentro de las casas de abuela, tías, etc.
Jamás me quedé quieta o callada. Grité, tiré golpes, insulté a mis agresores. Al tío estuve a punto de matarlo. Gracias a esto no lograron su cometido. Yo daba batalla. De lo que no estaba consciente, estando tan joven, era de que éramos muchas hermanas y ahora, ya como adultas, me confiesan que ellas también pasaron por lo mismo con otros miembros de la familia. Incluso a mi hermana menor la abusó sexualmente su propio padre, el cual en su momento fue denunciado. A lo que voy es a criticar la postura de abuelas, madres, tías, hermanas: decimos que las abusadas están locas, que son rebeldes, que son quitamaridos, que nos pica... Mi abuela me llegó a decir que era yo la que lo buscaba.
De mis abusadores quedan algunos vivos, hoy tienen sus propias familias, hijas, hermanas, etc. ¿Se imaginan el peligro? Yo los expuse en su momento. Pero en este país la única que se lleva las humillaciones es una mujer. Como no lograron su cometido no hay delito. El manoseo también es abuso. Hablé y preferí seguir siendo la oveja negra. Nada de esto me define, no tengo traumas, los que actuaron mal fueron ellos, no yo y por eso me alejé de todos en la familia.
Anónimo 24: “Me llevó a su cuarto e intentó quitarme mi short”
Mi caso no deja de ser parecido a los muchos que han publicado. Un día normal como cualquier otro, decidí irme a donde mi tía. No sabía que solo estaba mi primo que en ese entonces tenía como 14 o 15 años. Me fui a ver televisión, y en eso él salió con toalla de bañarse. Me llevó a su cuarto e intentó quitarme mi short. Yo no sabía que quería hacerme, pero tampoco me dejaba. Recuerdo luchar como por unos siete u ocho minutos hasta que llegó un ángel a buscarme. Una de mis primas empezó a llamarme que me ocupaban para un mandado. Yo salí como loca corriendo, no sabía que había querido hacerme, pero sí sabía que no era nada bueno, pues tenía miedo y mi cuerpo temblaba. Desde entonces no volví a esa casa sola, tampoco se lo conté a nadie por miedo, me lo reservé muchos años.
Con el tiempo hablando con mis primos nos enteramos que ese tipo también había querido abusar de otra prima, menor que yo cinco años, y decidimos contarle a una tía, ella nos dijo que era culpa de nosotras por andar donde no debíamos. De esto tengo como consecuencia ser muy desconfiada, mis hijos solo conmigo y nadie más.
Anónimo 26: “Cuando regresé, mi hija me contó que su abuelito le tocó las partes”
Una vez mi hija fue a visitar a su abuelo, yo aproveché para ir a una entrevista de trabajo, fueron tal vez dos horas. Cuando regresé, mi hija me contó que su abuelito le tocó las partes y le decía que la estaba conociendo mejor. Recuerdo que empecé a guardar las cosas y me fui. Me hice la fuerte frente a mi hija para no hacer más grande su daño psicológico. A los dos días destapé la bomba, no quería hacerlo por el bien de mi niña, porque la gente se enteraría. Pero al final me decidí y lo hice.
Anónimo 32: “Conmigo fue una prima, la mayor”
Yo no fui abusada ni por un tío, papá o primo... Conmigo fue una prima, la mayor. Ella me tocaba y me decía que no era malo y que no le dijera nada a mis papás y yo en mi inocencia le creía.
Por mucho tiempo mi mente bloqueó esos recuerdos y ella siempre ha actuado como si nunca hizo algo malo, pero ahora que ya estoy grande me doy cuenta del daño que me hizo pero no digo nada por miedo a que no me crean y porque ella, de alguna forma u otra, se ha de justificar en que yo solo soy una niña y que digo mentiras.
Luego a mis 15 años mi primer “novio” abusó de mi, yo no quería tener relaciones y él era más grande que mi y por lo tanto tenía más fuerza.
Soy una persona muy desconfiada, insegura de mi misma, mi familia no tiene idea de que todo eso me ha ocurrido y al recordar todos esos momentos se me hace un nudo en la garganta y ojalá pueda tener el poder de borrar todo esto de mi pasado .
Anónimo 33: “El tío abusaba del niño desde los 4 añitos”
Quiero contarles el abuso que ocurrió dentro de mi familia hacia un primo. Resulta que mi tía se fue a vivir a EUA y dejó a su hijo de 4 años viviendo con sus abuelos. Mi primo, ya de 14 años, era callado, distraído, y la gente comentaba que no le gustan las niñas. A los 21 años, mi prima decidió llevar a mi primo a Estados Unidos. Llegando allá se orinaba en la cama y él no se explicaba porque. Resulta que le presentan una muchacha y mi tía estaba apresurada de casar al muchacho y lo hacen. En la luna de miel la esposa se da cuenta del problema de mi primo y mi tía asustada decidió llevarlo al psicólogo que decide practicarle una hipnosis, revelando que el tío abusaba del niño desde los 4 añitos hasta los 10. En medio de la hipnosis el muchacho gritaba y gritaba no tío ya no más duele, abuela abuela mire lo que mi tío me está haciendo. La abuela de mi primo sabía del abuso y por proteger a su hijo se quedó callada por años. Mi tía se hizo enemiga a muerte de su propia mamá, le dijo que jamás en la vida la perdonaría. Mi primo, de 41 años, está soltero porque a los meses se divorció porque no supera los traumas de niño. Lo malo es que el abusador vive también en USA con el castigo divino de padecer de sida. Les comparto esto porque así como se cuidan las niñas, también deben cuidar a los varones. Todos los niños están expuestos a estos abusadores sin corazón y sin perdón de Dios.
Anónimo 34: “Para mi, esos juegos eran algo normal”
Cuando tenía como 6 años o menos, un primo para una Navidad se quedó a dormir con nosotros. Él tenía como 13 años. Teníamos un camarote, una colchoneta y una cuna grande, yo dormí esa noche en la colchoneta y el se fue acostar allí conmigo. Recuerdo que me puso a tocar su nepe y el me tocaba a mi, que jugábamos a mamá y al papá pero que no le contará a mis papás porque se enojarían. Luego un día estábamos jugando a las escondidas, entre al baño y él se escondió conmigo. Me puso a hacerle sexo oral. Para mi, esos juegos eran algo “normal”, hasta que un día ya un poco más grande le dije a otro primo que jugáramos a la mamá y al papá, el me regaño porque eso no se podía hacer.
Esta historia es para decirles que de nada sirve ser tan sobreprotectores como mi papá, si al final a la casa llegaron a hacerme el daño.
Anónimo 36: “Mi abuela dijo que yo era una mentirosa”
Tenía aproximadamente seis años cuando mis padres se separaron. Mi mamá se fue para el extranjero y yo quedé al cuidado de mi abuela, quien tenía marido (no era mi abuelo) y con ella vivían dos tíos.
Mi abuela salía a trabajar y yo quedaba en casa haciendo labores domésticas ya que estudiaba en la jornada vespertina en la escuela. Durante ese tiempo el marido de mi abuela no trabajaba y quedaba sola con el y mis hermanas. El marido de mi abuela mandaba a comprar a mis hermanas y en lo que ellas tardaban me tocaba mis partes íntimas, mis pechos ¡que aún no me salían! Eso era a diario. Yo le dije a mi abuela y ella me dijo que era una mentirosa, que él no era capaz de eso y que cuidado le decía algo a mi mamá, que solo para mortificarla servíamos.
Ella no faltaba a la iglesia, habían días que nos hacía ir y otras teníamos que quedarnos a cuidar la casa. En esas noches en que no iba, uno de mis tíos me tocaba, me hacía sexo oral y se masturbaba. Yo quería morirme.
Fueron años de abuso por dos hombres, uno de mis sangre y el otro un pervertido que no era más que el marido de mi abuela.
Anónimo 37: “Un primo llegaba a la casa a jugar de mamá y papá”.
Cuando tenía 8 o 9 años recuerdo que tenía un primo que llegaba a la casa a jugar de mamá y papá. Me besaba, tocaba y me hacía tocarlo. Paso por un tiempo y después yo ya no me dejaba y dejé de hacerlo. No hubo penetración y yo nunca dije nada. Jamás nos hablaron sobre sexo en la casa, siempre fue un tabú.
Cuando entre a la universidad fue la locura... empecé a llevarme con personas que consumían alcohol y pues yo también lo consumí. En una ocasión bebiendo no sé cómo terminé en la casa donde estaban varios hombres. Yo la verdad solo tengo recuerdos vagos de ese día, solo sé que me levanté con mi ropa interior al revés. Perdí la virginidad con el supuesto amor de mi vida, en una ocasión consumiendo alcohol en su casa estaba bien ebria y pues metió a su primo y me violó, enfrente de él, yo apenas me podía mover. Fue muy duro. Quedé embarazada y me hizo abortar. Ese fue mi fondo. Me deprimí de tal forma que mi sonrisa que me caracterizaba desapareció, nunca volví a ser la misma. Seguí estudiando y eso me salvó, me refugié en los libros. Logré graduarme y al fin conocí a mi esposo que es el amor de mi vida, pero no sé que es un orgasmo. Jamás he tenido uno.