23/04/2024
12:00 PM

El 80% de la población de una comunidad en el valle de Sula quedó sin trabajo

Decenas de familias viven en la orilla de la calle luego de que sus casas fueran destruidas en La Lima, mientras otras en San Manuel duermen en medio de las ruinas.

La Lima, Honduras.

Dilia Aracely Hernández (43) y su esposo Carlos Pacheco, ambos oriundos de La Lima y residentes en la colonia Flores de Oriente, quedaron en la calle luego de que la crecida del río Chamelecón destruyera la casita donde vivían, sus electrodomésticos y la totalidad de sus pertenencias.

“Todo se fue, no pudimos rescatar nada. Quedamos en la calle. Yo he recogido cosas que la gente tira, las lavo y las uso porque no me queda de otra”, dijo.

Luego de las inundaciones, la pareja vivió en el bulevar que conduce hacia San Pedro Sula y comió de donaciones llevadas por hondureños solidarios.

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Debido a que no ha mejorado su situación y están desempleados, hace unas semanas se movieron a la carretera que lleva hacia los campos bananeros y aldeas en ese municipio. Este punto está en las cercanías del bordo de un canal de alivio del río Chamelecón.

Ahí, la pareja con varas y toldos regalados por el Gobierno de Japón armaron una pequeña champa en donde solo caben un lavador de platos, un juego de muebles y algunos estantes.
Pacheco, quien es fontanero en los campos bananeros, no encuentra trabajo.

Junto con ellos, una decena de familias acampa bajo estos distintivos toldos color blanco y azul y láminas oxidadas con la esperanza de que pronto el Gobierno les ayude a reubicarse.
Entre ellos se encuentra María Victorina Quintanilla (54) y su esposo José Mejía (71), quienes durmieron en el suelo hasta hace poco al encontrar unos colchones viejos.

Los pobladores de este sector aún viven en zonas de riesgo.
“Nosotros teníamos gallinas y cerdos, de eso vivíamos; pero se murieron arrastrados por la corriente. Esperamos que el Gobierno nos regale un lugar para vivir porque no sabemos qué pasará con nosotros”, expresó. En la champa contigua vive su hermana María Magdalena Quintanilla (36) junto con sus seis hijos menores: Cristian (12), Axel (6), Nohemy (9), Nelsyn Nayelis (4 meses), Darwin (14) y José (17).

Ella alquilaba en una cuartería en la colonia Suyapa por L1,000, lavando ropa y jalando banano, pero ahora sobrevive de migajas al no obtener trabajos luego de que el agua se llevara de los cimientos su lugar de residencia.

Otro grupo de jóvenes acampa al frente de esta familia y desesperados buscan salir de esta dura situación de vivir en las calles. “El papá de los niños me ayudaba con lo que podía, pero también está sin trabajo

Elvis Vásquez (28) vivía en una casa en la colonia Samaritana y duerme en el suelo bajo un toldo porque no tiene en dónde refugiarse. Le acompañan sus amigos y compañeros recolectores de basura Santos Aníbal Melgar (26)y Gilber Lara (28). “Vivimos al día, no tenemos dónde ir. Ahora tememos por lo que pueda pasar y por el anuncio de nuevos huracanes para fin de 2021. Le pedimos al Gobierno que nos ayude”, comentó.

Sin esperanza

A menos de un kilómetro, la colonia 22 de Junio, San Manuel, Cortés, alberga a una decena de familias que viven en las ruinas de sus casas porque no tienen dinero para repararlas, por lo que para cubrir los orificios en paredes y techos improvisaron con cuerdas y toldos azules.

“Esta comunidad quedó cubierta por agua. En la comunidad quedamos sin casa trece familias, cuando me refiero a eso es que quedaron reducidas a ruinas. A cinco meses de las inundaciones nos consideramos que estamos abandonados por las autoridades. A través de la municipalidad de San Manuel hemos obtenido alimentación, pero en cuanto a vivienda no hay nada. Hay personas durmiendo en el suelo, no tenemos camas y recuperamos cosas que estaban en el lodo para cocinar. A las colonias vecinas de La Lima vinieron a regalar camas de parte del Gobierno y aquí no vinieron”, finalizó.

El 80% de las 220 personas que viven en la comunidad quedaron sin trabajo luego de las llenas, ya que la mayoría vivía de las plantaciones, y este sector también fue afectado, según el dirigente patronal.

Amado de Jesús Alberto Burgos (44), su esposa Marisol Zelaya (30) y sus hijas Dulce (9) y Marisol (5) tenían una casa en la aldea Banderas, Bajos de Choloma, pero de esta no quedó nada porque las tormentas se llevaron hasta la mitad del terreno. Un amigo que está en Estados Unidos les prestó su casa en la misma comunidad mientras encuentran dónde vivir o cómo reconstruir su casa; sin embargo, la familia vive al día por la comida.