La recuperación en las exportaciones de productos textiles, partes eléctricas y equipo de transporte, mayormente hacia el mercado estadounidense, ha generado un mejor desempeño para la industria maquiladora hondureña.
Las medidas restrictivas aplicadas en 2020 por los principales socios comerciales de Honduras, como acciones para prevenir más contagios del covid-19, generaron una reducción abrupta de la demanda de los bienes que produce la industria maquiladora, especialmente de textiles y arneses para vehículos.Sin embargo, la reconversión que experimentó el sector a raíz de la crisis sanitaria ha sido positiva.
“Se generarán más de 5,000 millones de dólares en exportaciones al cierre de 2021 con expectativas similares para 2022 siempre que las condiciones de mercado se mantengan”, dijo Guillermo Matamoros, expresidente del Colegio Hondureño de Economistas (CHE).
Hasta agosto, las 334 compañías afiliadas a la Asociación Hondureña de Maquiladores (AHM) empleaban a unas 179,762 personas de forma directa.Solo en lo que respecta a las ventas externas de partes eléctricas y equipo de transporte -principalmente arneses eléctricos y componentes para la industria automotriz- sumaron al sexto mes del año $480.6 millones, cifra que fue superior en $269 millones respecto a lo registrado al mismo período de 2020 ($211.6 millones), según datos recopilados por el Banco Central.
Hasta antes de la pandemia, la industria automotriz de Honduras registraba un crecimiento anual del 9% y representaba el 15% del mercado regional. La mayor parte del parque vehicular se compone de automóviles usados provenientes de Estados Unidos, con alrededor de un 50%.
Toyota es la principal marca, siendo el modelo pick up el más vendido. Le siguen Hyundai, Ford y Nissan, según datos de empresas distribuidoras. Las importaciones del sector superan los 460 millones de dólares y las compras externas de repuestos suman más de $54 millones al año.
Las empresas distribuidoras de automóviles los adquieren, principalmente, de Estados Unidos, Japón, Argentina, Tailandia, México y Corea. Empresas argentinas han mostrado interés de explorar el mercado centroamericano y ampliar las relaciones comerciales a través del sector automotriz.
El resultado es inclusive mayor a lo contabilizado a junio de 2019, período antes de la pandemia en el que se exportó $327.5 millones de esos bienes.
Las cifras son derivadas de un desempeño positivo en la industria automotriz en Estados Unidos durante los primeros seis meses del año, atribuido al alza de 48.1% en el gasto del consumidor en vehículos y sus partes; en tal sentido, la demanda de vehículos nuevos en ese país creció 28%.
En tanto, las importaciones de materiales eléctricos sumaron a junio $291.3 millones, que significaron $132.3 millones por encima de lo observado en similar lapso de 2020 ($159 millones).
Estas cifras derivaron del aumento en los pedidos de arneses y componentes eléctricos, especialmente de la industria automotriz estadounidense, indica el Banco Central (BCH).
Actualmente las exportaciones de arneses y demás componentes de uso automotriz constituyen el segundo rubro más importante dentro de los bienes para transformación después de la industria textil.
La evolución de esta industria refleja la transición hacia una manufactura más especializada en línea con el avance tecnológico y una demanda externa cada vez más exigente en cuanto a estándares de calidad y seguridad.
Los productos fabricados en el país, incluyen diferentes tipos de cableado, tableros de madera y placas de circuito impreso para el control de diversas funciones automatizadas en vehículos.
Estos bienes se han convertido en el sistema nervioso central del automóvil, y en la medida en que aumentan el contenido tecnológico de los vehículos y la producción de sistemas integrados y modulares, su papel adquiere cada vez más relevancia, indica el Banco Central.

Mercado global
La industria automotriz mundial atraviesa un escenario complejo a causa de la crisis de los microchips, la cual está obligando a casi todos los fabricantes de automóviles a recortar turnos o cerrar de forma temporal las líneas de ensamblaje.
El sector representa un 3% de la producción económica mundial y en los países fabricantes como México, Alemania, Japón o Corea del Sur, mucho más.
“Aunque los vehículos cada vez usan más microchips, este mercado abarca solo el 4% del consumo mundial de semiconductores o microchips. Entonces, si alguien sufre el desabastecimiento es un cliente pequeño, en lugar de clientes como fabricantes de computadoras y smartphones”, dijo Óscar Albín, quien por 10 años ocupó la presidencia de la Industria Nacional de Autopartes (INA) de México.

La crisis comenzó en 2020 cuando precios de materias primas clave, como el acero y el cobre comenzaron a subir. La recuperación desigual de la pandemia hizo que los eslabones de la cadena de suministro mundial estuvieran desincronizados y no pudieran conectarse.
El número de microchips que podemos encontrar en un carro nuevo varía en función de su equipamiento, así como también de los sistemas de seguridad. En 2019, cada vehículo de la alemana Bosch equipaba un promedio de 17 chips.
El mexicano Albín explicó que la mayoría de las empresas arneseras producen arneses que no están conectados con el tema de la electrónica. Sin embargo, algunos arneses maestros sí incluyen módulos electrónicos.
También hay escasez del plástico que se usa para mantener el líquido de los limpiaparabrisas y moldear el panel de control.
La fabricación local de arneses y partes eléctricas responde a pedidos hechos por empresas externas.
“La industria del arnés sí es compradora de módulos electrónicos que a su vez compra semiconductores”.
Los fabricantes de automóviles han mitigado un poco del impacto al pasarles parte del mismo a los compradores de autos.
Analistas prevén que la situación podría normalizarse a mitad de 2022. Para países fabricantes de piezas eléctricas como Honduras es posible que los pedidos disminuyan un poco.
