23/04/2024
10:05 PM

Trago mortal: padres, viudas y huérfanos claman por justicia

Parientes de las víctimas del “trago de la muerte” reclaman respuestas, ni en Medicina Forense les dan información, ni los dictámenes forenses.

Choloma, Honduras.

Dos pequeñitos preguntan a diario por qué no regresa su padre. La mamá con un nudo en la garganta no sabe qué responder. Una madre y un padre lloran en silencio todas las noches por la muerte de su preciado hijo.

Esa es la triste historia que a diario vive la familia Castro. Han pasado cinco meses y no superan que Arnold Gonzalo Castro Hernández (de 35 años) muriera intoxicado por ingerir alcohol adulterado y que aún no capturen a los responsables.

La misma angustia pasan las familias de las otras 11 víctimas que en octubre del año pasado en la aldea Los Caraos y otros sectores de Choloma perdieron a un pariente que ingirió el “trago de la muerte”, bebida que fue adulterada en botellas etiquetadas como licor Dominó.

Los dolientes dijeron a LA PRENSA que después de sepultar a sus muertos ninguna autoridad les ha dado respuestas. Claman para que no los dejen olvidados y se haga justicia.

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“Dependíamos de Arnold. Laboraba como conductor de equipo pesado, sus hijos de 8 y 4 años de edad están de pan en mano, si no fuera por el apoyo de mis suegros no sé qué sería de nosotros. Mi esposo era un hombre trabajador, los fines de semana, como de costumbre, se reunía con los amigos y tomaban alcohol; pero era un ser humano muy querido por la comunidad y no merecía morir envenenado”, expresó llorando la viuda Marisela Ayala Alemán.

Ventura Octavio Castro era el padre de Arnold. No va a desistir hasta saber qué pasó con su hijo y amigos. “He ido muchas veces a Medicina Forense para que nos den el dictamen forense, pero nunca me dan respuesta, me dicen que llame por teléfono para que no siga llegando, y todavía no recibo noticias. Con sacrifico me he trasladado a las oficinas de la Dirección Policial de Investigaciones (DPI) en San Pedro Sula y solo me dicen que están investigando y que ellos se comunicarán con nosotros. No podemos estar tranquilos sin saber nada”. En Los Caraos aún están de luto por la tragedia que marcó para siempre a esta comunidad de Choloma.

Dolientes muestran los únicos documentos que recibieron de Medicina Forense.
La cantina clandestina de Wilfredo Pineda ya solo es el recuerdo de donde comenzó la tragedia. Los pobladores están seguros que él solo es una víctima más de la comercialización de alcohol clandestino.

En la banca de lo que fue esa cantina aún se sientan sus “clientes”, quienes no dejan de recordar a sus muertos. Aseguran que sienten impotencia porque no ven acciones de las autoridades.

Wilfredo Cabrera dejó tres huérfanos, porque dos meses antes de su muerte falleció su esposa, por eso tenía depresión y bebía todos los días. “Ahora quedamos solos, no tenemos padres, mis hermanos tienen que trabajar para mantenernos, pero es muy triste no tenerlos a ellos”, dijo su hija.

Una sobrina de Wilfedo relató que su tío se dedicaba a la agricultura antes de tener la cantina, pero desde muy joven tomaba bebidas alcohólicas porque de niño lo maltrataron sus padres.

“Cuando conoció a Rosa Barnica, su vida cambió porque encontró el amor y fue así que procrearon a sus tres hijos; pero Rosa murió de cáncer, él no superó la muerte y no paraba de tomar, lamentablemente fue la segunda persona que falleció por tomar del trago maldito”, agregó la pariente.

Piden que encarcelen a los responsables de tantas muertes.
Yery Sánchez era hija del agricultor Jorge Alberto Sánchez Cruz (de 69 años), quien también murió intoxicado en Los Caraos. Era padre de diez hijos, quienes todos los días lamentan su muerte.

“Mi papá era un gran hombre y no merecía morir así, estamos seguros que fueron envenenados. Como las autoridades no dan respuesta no queda más que pensar que usaron ese alcohol para algún experimento y lo hicieron con las personas pobres de esta comunidad.

No tenemos dinero para pagar buenos abogados y que le den seguimiento al caso”, lamentó.

Con su voz entrecortada, la joven dice que solo les quedó el luto y el trauma que cada día viven. “Al poco tiempo vivimos otra tragedia por las inundaciones de las tormentas Eta y Iota, pero esas pérdidas fueron materiales”, dijo Sánchez.

Las familias se reúnen constantemente a la espera de las llamadas de las autoridades correspondientes; pero al ver que los meses pasan y no reciben respuestas han pensado movilizarse todos juntos a las oficinas de Medicina Forense y de ser posible hacer un plantón hasta ser escuchados.

Lo más lamentable es que los familiares todavía no reciben los dictámenes forenses y son documentos necesarios para reclamar seguros de vida de algunos de los fallecidos.

Las muertes por el alcohol adulterado en el valle de Sula han dejado huérfanos, madres viudas y señores de la tercera edad que dependían económicamente de los fallecidos y ahora viven por limosnas de otras personas. Las autoridades de Gobierno y locales no se han preocupado por ellos.

Deysi Ortiz, madre del malogrado Óscar Daniel Cardona, contó que su hijo todos los sábados después del trabajo se iba para la cantina a “relajarse”. Ese 24 de octubre no fue la excepción y tomó varios tragos de licor.

Esa misma noche regresó temprano a su casa, dijo que se sentía mal y se acostó a dormir.

“El domingo llegaron a buscar a Óscar para contarle que había enfermos en la cantina, por lo que yo lo desperté para darle leche, limón y café fuerte, pero ya tenía varios síntomas, lo llevamos al hospital, pero mi muchacho falleció”.

Deysi confesó que sus tres hijos han tenido problemas alcohólicos. “Lo que ya provocó la muerte de unos, ahora no me queda más que pedir a Dios para que los aleje de esa enfermedad”.