El cardenal Óscar Andrés Rodríguez ha solicitado a sus compatriotas que estos días previos a las elecciones internas del domingo 9, mediten antes de depositar su voto, a efecto de escoger a los “mejores hombres y mujeres” que aspiran a ocupar cargos de elección popular, en los tres niveles: presidencial, diputaciones, alcaldías.
Sabias palabras emanadas que buscan orientar a las y los electores en función de seleccionar a las personas idóneas, por sus credenciales éticas, su vocación de servicio, su integridad y honestidad.
Por su parte, el ex Fiscal General, Edmundo Orellana, nos recuerda que se están postulando para ser reelectos como legisladores algunos (as) que “tienen gravísimos cuestionamientos de corrupción, señaladas por lo dudoso
del millonario financiamiento de su propaganda y aquellos (...), con cero desempeño en su función actual”.
Dos advertencias sumamente oportunas y puntuales que deben ser tomadas en cuenta a fin de evitar la posibilidad que se reintegren al Poder Legislativo quienes carecen de requisitos esenciales para ser electos en tal delicado cargo. Recordemos que son aquellos (as) que aprobaron modificar el Código Penal vigente para reducir las penas por delitos relacionados con el cohecho, el soborno, el lavado de activos.
No pueden ser premiados los mismos de siempre, otorgándoles nuestro respaldo en las urnas para que continúen legislando en pro de intereses particulares, nocivos y nefastos, y no en función del bien común.
Que estos días sean entonces tiempo de análisis crítico e inteligente, para no recompensar a quienes no lo merecen.
El voto es el arma con que cuenta la ciudadanía bien para premiar, bien para castigar de acuerdo a la respectiva trayectoria y desempeño de cada uno (a) de los postulantes, que pretenden ser favorecidos con nuestro voto. No debemos desperdiciarlo. De hacerlo, nos convertimos en cómplices de quienes no lo merecen.
Existen grupos poderosos e influyentes que desean socavar desde adentro nuestra incipiente democracia y nosotros, ciudadanos y ciudadanas, debemos estar alerta para impedir ser manipulados, contribuyendo a tales actos de sabotaje.
La auditoria social y la permanente vigilancia, junto con la activa participación en los procesos cívicos constituyen nuestra obligación, que debe complementar la ejercida por los medios independientes de prensa. La vigencia de libertades como la de opinión y reunión, forman parte de la vigilancia del sistema político, mismo que debe ser incluyente para atender con prontitud las demandas y expectativas populares.
