Una alerta permanente ante los intentos gubernamentales por silenciar el periodismo independiente, a la vez crítico y propositivo, que otorga a cada quien lo suyo, señalando tanto aciertos como yerros, logros y fallas cometidos por funcionarios, cualesquiera sea su rango y nivel en la administración pública, pero, igualmente, por personas particulares de diversos estratos sociales y económicos, con total objetividad e imparcialidad, tomando como ruta y guía la búsqueda de la verdad, no siempre fácil de ubicar.
Tal intento implica riesgos de todo tipo tanto para los medios como para las y los comunicadores: atentados, escuchas telefónicas, chantajes, diseminación de noticias falsas, pero ello lo sabemos quienes hemos optado por el ejercicio periodístico.
En el proceso, han sucumbido colegas que, cumpliendo con un imperativo ético, no se doblegaron ante las amenazas ni sobornos que buscaban silenciarlos, de esa manera tornándolos cómplices de actos ilícitos, rechazando tales tentativas de sometimiento de manera lúcida y valiente.
Múltiples modalidades de intimidación y amedrentamiento son utilizadas para acallar el pensamiento crítico, incluyendo el ser procesados judicialmente para revelar las fuentes informativas, lo que de hacerlo pondría en peligro inminente a quienes confiaron en nuestra palabra y nuestra integridad.
Y es que la prensa libre es la primera línea de defensa para salvaguardar la democracia de la tiranía y el autoritarismo que otorga el poder omnímodo, total, no sujeto a contrapesos ni equilibrios ni controles.
Una vez silenciada, el siguiente ataque y ofensiva se dirigen a las instituciones y a la ciudadanía hasta alcanzar el objetivo buscado: la subordinación al poder absoluto, de esa manera logrando los objetivos asumidos: el hacer prevalecer la voluntad e intereses de quienes controlan el destino de la nación y buscan de cualquier forma el retenerlo indefinidamente para lucrarse a costa del honor y la dignidad nacional, doblegando mentes y voluntades.
La autocensura implica el haber capitulado ante las ofensivas estatales totalitarias.
Quien opta por el silencio, se perjudica a sí mismo y también al medio para el cual labora.
Ha perdido credibilidad de manera irreversible. Ha vendido su conciencia y libertad. Diario LA PRENSA se complace en congratular a las y los colegas en esta fecha especial en que hacemos una pausa parcial en nuestras labores, conmemorando, y a la vez reflexionando, respecto al presente y el futuro del periodismo hondureño, los retos, desafíos y perspectivas vigentes. ¡Feliz Día del Periodista!