Así como el cuerpo humano requiere de vigilancia y controles periódicos para evitar a tiempo complicaciones en la salud física y mental que, de no ser atendidas a tiempo, producen complicaciones peligrosas y costosas que pueden desembocar en resultados fatales, también las obras materiales de infraestructura, igualmente, deben recibir inspecciones oportunas para determinar su condición ante los embates del tiempo, la naturaleza y el uso que de ellos se hace.
Pensamos en puentes, bordos, techos, carreteras, alcantarillas, sistemas eléctricos, represas, unidades de transporte de pasajeros y carga, ascensores, instalaciones industriales.
También en fármacos, alimentos, bebidas, que tienen fecha de vencimiento por ser de carácter perecedero.
Cuantas veces no deben incinerarse medicamentos por haber caducado, derroche de fondos en un país como el nuestro de extrema pobreza y desigualdad, con múltiples carencias.
Con creciente frecuencia están ocurriendo colapsos que dejan aisladas a comunidades, accidentes de aeronaves, incendios, choques y volcamientos de rastras, buses, en buena medida debidas al factor humano, esto es a la falta de mantenimiento oportuno. Distintos expertos han señalado tales deficiencias, tanto en San Pedro Sula, en la capital y otras comunidades del interior.
Uno de los casos mas cercanos es el colapso de una parte del puente Juan Ramón Gálvez, ubicado en la colonia 21 de Octubre, salida a Valle de Ángeles, suceso tras el cual los expertos recomendaron que los puentes de todo el país deben tener una constante revisión y mantenimiento que puede reducir este tipo de riesgos.
La falta del debido mantenimiento incrementa los costos de reconstrucción, cuando el haber actuado en tiempo y forma pudo haber evitado pérdidas en vidas y en fondos.
Se inaugura con bombo y platillos una obra para luego dejarla abandonada, a la intemperie, expuesta a la erosión, el desgaste, la fatiga de los materiales utilizados.
La formación de mano de obra especializada en mantenimiento debe ser obligatorio tanto para los gobiernos central y municipales como para la empresa privada.
Prevenir antes que lamentar debe ser la consigna y lema permanentes, en cada uno de nosotros, nuestras familias, los bienes propios y comunales.
