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Cultura de la vida

  • Actualizado: 28 marzo 2016 /

    Las celebraciones religiosas de la Semana Santa culminaron con la liturgia pascual, en la cual resonó en todos los templos, abarrotados de fieles, el clamor del mensaje eterno: El triunfo de la vida sobre la muerte que necesitamos rescatar los hondureños para encauzar el sentido de nuestra propia existencia y valorar la dimensión social en cada una de nuestras actuaciones en pro de la convivencia armónica y civilizada.

    “¿Cuántos caínes hay en nuestra Honduras? Deberíamos anunciar la vida, anunciar la resurrección para que cambie esta cultura de la muerte y vivamos como resucitados, una cultura de la vida”, se preguntaba el cardenal Oscar Andrés Rodríguez en la homilía de la eucaristía de Resurrección.

    Trasciende la confesión religiosa de las personas para adentrarse de lleno, exigir y luchar por la cultura de la vida, de la creación, de la solidaridad y del respeto, para eliminar la violencia, la irracionalidad, la imposición por la fuerza y la impunidad. Dejar atrás la muerte y el dolor para comenzar a otear en el horizonte un futuro, hoy ya, promisorio para las generaciones venideras.

    “Si Cristo ha resucitado es para traernos vida, una vida que no termina y una vida que nos debe motivar para construir una Honduras mejor, una Honduras que no esté sumergida en la violencia y en la cultura de la muerte. Una Honduras donde aprendamos que todos tenemos que respetarnos, que nadie tiene ninguna facultad para quitarle la vida a otra persona, que todo aquel que derrama la sangre de un hermano tiene que dar cuenta a Dios”.

    Si la semilla cayese en tierra buena, si abiertos los oídos el mensaje llegase al corazón, si con la fortaleza de las palabras todos diésemos el paso a las acciones, el cambio que tanto necesitamos y deseamos sería una realidad como se escuchaba también, al amanecer, en la catedral sampedrana en la primera misa del Domingo de Resurrección: “Creer en Cristo resucitado es creer que esta sociedad puede cambiar para ser mejor, es darle una oportunidad a la fraternidad y reducir la corrupción”.

    Es la oportunidad que los hondureños necesitamos, anhelamos y debemos darnos para salir de la cultura de “la violencia y de la muerte” y aceptar, con firmeza, el compromiso por la vida, la convivencia, la libertad y la justicia.

    El arzobispo de Tegucigalpa invitaba en la celebración litúrgica: “Tú también puedes pasar tu vida no de una manera inconsciente, no de una manera rutinaria, no arrastrar tu vida, tú también debes pasar tu vida haciendo el bien así como Jesús”.