Agresión ambiental y ecológica

Existen precedentes al respecto; por ejemplo, entre Uruguay y Argentina por la contaminación del río de la Plata, que deben de servir de guía.

Así debe calificarse la avalancha de toneladas de residuos sólidos provenientes de Guatemala, vía río Motagua, que llegan a Omoa, Puerto Cortés e islas aledañas, contaminando las aguas y playas, destruyendo arrecifes, poniendo en riesgo inminente la salud de sus pobladores, impactando negativamente en las actividades pesqueras y turísticas, con la consiguiente pérdida en ingresos económicos para nuestros compatriotas dedicados a esos rubros.

Así, ambos puertos se han convertido en basureros fétidos, que toca a organizaciones voluntarias: Waste Free Oceans y Cipotes Honduras, ayudados por empleados municipales que proceden a limpiar en lo posible tales desechos, algunos de carácter tóxico. Lo realizan una y otra vez para evitar la creciente acumulación.

Durante algún tiempo y gracias a la iniciativa de la organización sin fines de lucro The Ocean Cleanup, con sede en Holanda, se instaló un interceptor de 158 metros de longitud y un calado de un metro, compuesto por barreras flotantes reforzadas con malla y anclajes de hormigón diseñados para resistir los embates de troncos de madera, que logró temporalmente contener las correntadas de basura. Empero, y pese a esa barrera artificial, ha retornado la acumulación de desperdicios provenientes de Guatemala.

Son ya once años que han transcurrido desde octubre de 2014, cuando empezó tal problemática, que no alcanza el punto de solución, dada la pasividad de nuestros diplomáticos, quienes se limitan a escuchar los argumentos esgrimidos por autoridades del vecino país.

Ha llegado el momento que Honduras demande judicialmente a Guatemala ante un tribunal internacional.

Existen precedentes al respecto; por ejemplo, entre Uruguay y Argentina por la contaminación del río de la Plata, que deben de servir de guía para implementar esta necesaria iniciativa, dado que se ha llegado a un callejón sin salida, respecto a encontrar respuesta definitiva y permanente a esta agresión, que tensa las relaciones bilaterales entre dos naciones hermanas.

Un estimado de 8,500 toneladas de residuos sólidos al año llegan a los dos centros urbanos hondureños, conforme a estudios y análisis guatemaltecos, lo que ofrece una idea del volumen de basura, que lejos de ser procesada es lanzada a las aguas del Motagua y las corrientes la depositan en nuestras aguas jurisdiccionales.

No se puede seguir de brazos cruzados ante un problema de tal magnitud.

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