Volver a la infancia

Si no veamos cuántos adultos mayores “vuelven a ser niños”, aunque sea solo por unas horas, cuando se divierten con los Juegos Tradicionales de San Marcos.

  • 20 de octubre de 2025 a las 23:00 -

“No es cierto que los viejos vuelven a ser niños”, me dijo con mucha convicción, cierta vez, una gerontóloga sampedrana para desvirtuar esa expresión generalizada, referente a ciertos comportamientos y dependencias que pueden aparecer en la vejez. Esta idea popular puede provenir de los cambios físicos, psicológicos y la mayor dependencia de cuidados que pueden requerir los adultos mayores, aunque su mentalidad y su actitud estén siempre acordes a su edad.

Cada etapa de nuestras vidas tiene su tiempo y su encanto. Cuando llegamos a la adultez ya no podemos regresar ni a la niñez ni a la juventud, que son los períodos que más se añoran cuando los hemos vivido intensamente.

La única forma de retroceder el tiempo es a través de los recuerdos, pero si lo que buscamos con nuestras añoranzas es rescatar los felices momentos idos, debemos enfocarnos en lo que más nos agradaba, como las comidas que preparaban las manos abnegadas de mamá y que ya no se encuentran ni en el mejor restaurante; los paseos en familia o los ingeniosos cuentos del abuelo narrados desde su silla mecedora.

Una de las cosas por las que más me gustaría regresar a mi niñez es por los pasquines o historietas ilustradas que leía bajo la fronda de un palo cargado de mangos: El Pájaro Loco, La pequeña Lulú, El Conejo Bugs, Porky y sus amigos, Supermán, Súper Ratón y todas aquellas otras publicaciones que fueron desapareciendo a medida que la televisión se entronizaba en los hogares con sus dibujos animados y otros artificiosos programas infantiles.

Sin el ánimo de idealizar el pasado ni de lamentarnos por lo que ya no puede ser, debemos reconocer que quienes fueron niños, hace sesenta años o más, desearían vivir de nuevo aquellos tiempos, para jugar rayuela, elevar papalotes, bailar el trompo sobre la palma de la mano, disparar canicas certeras con el dedo pulgar, en fin...

Si no veamos cuántos adultos mayores “vuelven a ser niños”, aunque sea solo por unas horas, cuando se divierten con los Juegos Tradicionales de San Marcos, Santa Bárbara. Sin embargo, jamás los humanos volverán en su vejez a ser niños, como dice erróneamente mucha gente. Tal expresión popular no debemos tomarla literalmente, sino como un testimonio de que, como resultado del envejecimiento, a menudo los abuelos necesitan una atención y paciencia similares a las de un tierno. Tratarlos como niños es una forma de discriminarlos por su edad, que puede generar frustración en ellos.

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