Después de la cumbre de los presidentes de Estados Unidos, Donald Trump, y de China, Xi Jinping, en Corea del Sur, se concluye que el presidente Trump está perdiendo el pulso económico, geopolítico e imperial con Xi Jinping. De hecho, con el correr del tiempo, la arrogancia de Trump, de líder imperial arrogante, fuerte e imponente, va quedado pulverizada frente al aparentemente estilo inofensivo y taimado del líder chino Xi Jinping.
En cada encuentro de ambos líderes queda más claro que China es una potencia económica e imperial en ascenso, y Estados Unidos una potencia en declive. Los famosos aranceles de 100% a los productos chinos, impuesto unilateralmente por Trump, el famoso día de la libertad contra China, han quedado reducidos a un 10% mediante acuerdo mutuo. Sin embargo, el portazo que había propinado China a Estados Unidos con las restricciones de las exportaciones de las tierras raras ha quedo suspendido durante un año. En otras palabras, Trump fue por lana y salió trasquilado por el poder de China.
En la reunión de líderes de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (Apec), realizada en Corea del Sur, los representantes de esta asociación: Australia, Brunéi, Canadá, Chile, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Filipinas, Hong Kong, Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Perú, Rusia, Singapur, Tailandia, Taipéi y Vietnam, el presidente de China Xi propuso trabajar juntos para crear en los próximos años los años dorados del desarrollo de Asia-Pacífico. Propuesta que se ajusta a las recientes recomendaciones adoptadas por el Comité Central del PCCh en la formulación del XV Plan Quinquenal de Desarrollo Económico del gigante asiático. Como se sabe, el Asia-Pacífico concentra un tercio de la población mundial, más del 60% de la economía global y cerca de la mitad del comercio mundial.
En la cuarta sesión plenaria del Comité Central del PCCh se aprobaron las recomendaciones para el plan de desarrollo económico y social para los próximos cinco años. En aquel pleno, Xi Jinping señaló que “durante más de siete décadas hemos trabajado generación tras generación en el mismo plan para convertirlo en realidad. No tenemos intención de desafiar ni suplantar a nadie. Nuestro enfoque siempre ha estado en gestionar bien los asuntos internos de China, superarnos y compartir las oportunidades de desarrollo con todos los países del mundo”.
Describió dicho plan como el gran secreto del éxito del milagro chino. Plan mediante el cual China profundizará las reformas integrales que ampliarán la apertura de un crecimiento económico de mayor calidad. Además, se implementarán unas políticas para aumentar la producción económica, el desarrollo humano integral y la prosperidad de la sociedad china.
Para Xi Jinping, las relaciones comerciales deben seguir siendo el pilar y el motor de las relaciones entre China y Estados Unidos, no un obstáculo, y el Apec no debe ser un punto de fricción, sino un punto para la cooperación y la ayuda mutua en el desarrollo del mundo. En su criterio, “el diálogo es mejor que la confrontación, China y Estados Unidos deben mantener la comunicación a través de diversos canales y a distintos niveles para fortalecer el entendimiento mutuo”.
Para el mandarín chino, “los departamentos competentes deben fortalecer el diálogo y los intercambios, y llevar a cabo una cooperación mutuamente beneficiosa” y, desde luego, explica que actualmente “el mundo se enfrenta a numerosos problemas complejos. China y Estados Unidos pueden asumir conjuntamente su responsabilidad como potencias mundiales y colaborar para lograr grandes avances concretos en beneficio de nuestros dos países y del mundo”.
El presidente chino Xi, siguiendo este libreto en la reunión con el presidente Trump en Corea del Sur, dijo: “China y Estados Unidos deben ser socios y amigos. Eso es lo que la historia nos ha enseñado y lo que la realidad exige”. Por consiguiente, añadió que, dadas las diferentes circunstancias nacionales, es normal que las dos economías líderes del mundo experimenten fricciones ocasionales. Por lo tanto, él expresó al mandatario estadounidense que “usted y yo estamos al mando de las relaciones entre China y Estados Unidos”. Explico que “ante las adversidades y los desafíos debemos mantener el rumbo correcto, navegar por este complejo panorama y garantizar el avance firme de las relaciones bilaterales”. Afirmó que el desarrollo económico de China goza de un buen impulso y expresó que, en los tres primeros trimestres de este año, la economía china creció un 5.2%, mientras que el comercio de importación y exportación de bienes con el resto del mundo se expandió un 4%.
Finalmente, señaló que “este no es un logro fácil, dadas las dificultades internas y externas, y agregó que la economía china es como un vasto océano: grande, resiliente y prometedora. Por eso, “tenemos la confianza y la capacidad para afrontar todo tipo de riesgos y desafíos”. En conclusión, Trump con su arrogancia imperial de hombre todopoderoso está perdiendo el pulso de la guerra comercial con China.