Hay que esperar a que la voz oficial del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Honduras publique quién es la persona que resultó ganadora de las elecciones presidenciales realizadas el pasado domingo 30 de noviembre.
Pese a ello, en algunos sectores nacionales e internacionales ya circulan versiones que señalan como vencedor al candidato del Partido Nacional, Nasry Asfura, el candidato por el cual llamó a votar el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El aspirante nacionalista mantiene una ventaja preliminar de más de 42,000 votos sobre sus principales contendores: Rixi Moncada, del Partido Libertad y Refundación (Libre), y Salvador Nasralla, candidato del Partido Liberal.
A trece días del conteo y recuento de votos, las elecciones permanecen marcadas por solicitudes de revisión de actas, exigencias de recuento voto por voto, peticiones de anulación de los comicios, fallas en el sistema y la difusión de audios que denuncian presuntas irregularidades.
En uno de ellos, el consejero Marlon Ochoa acusa a la consejera Cossette López de preparar un fraude electoral junto con el jefe de bancada del Partido Nacional, Tomás Zambrano. Sin embargo, las acusaciones no han sido sustentadas formalmente.
Por su parte, el candidato liberal Salvador Nasralla, previendo que Rixi Moncada se convertiría en su principal rival, presentó un “rosario” de quejas ante autoridades estadounidenses.
La contienda se intensificó principalmente entre Libre y el Partido Liberal. Mientras una parte de la población creía que Libre lograría un segundo mandato, simpatizantes liberales confiaban en obtener una “manito gringa” para asegurar el triunfo.
El Partido Nacional, según sondeos, contaba con pocas esperanzas de triunfo por sus penosos y lamentables antecedentes recientes de malas administraciones de los presidentes Porfirio Lobo Sosa y Juan Orlando Hernández.
Mientras tanto, el político de los zapatos “burros”, sin criticar a nadie, activaba la racha para ser el próximo presidente de un país llamado Honduras.