Nuestro pasado evolutivo es fascinante si le ponemos un poco de nuestra atención estudiándolo y analizándolo.
Es interesante aprender, por ejemplo, que hace varios millones de años, varias especies humanas vivían de manera simultánea en la sabana africana, todas ellas con el único propósito de sobrevivir a su entorno: clima, depredadores, a las enfermedades a sus iguales, etc. Pero si la humanidad existe como la conocemos hoy en día, con muchas aspiraciones y no solo la de subsistir, es porque uno de ellos o un grupo de ellos “decidió” que tal vez había algo más allá afuera. Pero no solamente este o estos homínidos se atrevieron a sentir, a percibir esto, sino que también se dieron a la tarea de averiguarlo. Y es aquí cuando comienza todo.
Dado que lejos de su hábitat familiar estos ancestros nuestros se encontraron con tanto y tanto obstáculo como; por ejemplo, y por mencionar solo algunos, hierba más alta que la conocida, clima diferente, depredadores desconocidos con mañas y tretas irreconocibles. Podemos solo imaginarnos lo difícil que fue para ellos ir encontrando comida y refugio a lo largo de un camino totalmente nuevo, misterioso y peligroso también. Esta osada especie de la que hablo es conocida en el mundo científico como “Homo ergaster” y fue precisamente la que dio inicio a “Homo erectus”, porque, claro, andar en cuatro patas ya no era operativo si esta especie tenía que resistir, así que la selección natural poco a poco ayudó a la mutación de genes que derivó en una criatura que ahora podía erguirse, lo que dejó libre sus manos, que a su vez fue muy útil no solo para abrirse camino por distintos lugares donde llegó a desplazarse, sino también para cargar y proteger a sus crías.
La psicología evolutiva y el psicoanálisis de teóricos como Carl Jung intentan comprender al ser humano tomando en cuenta esa memoria evolutiva que todos compartimos como especie, y se me viene a la mente ahora mismo cosas que un buen grupo de nosotros intentamos osadamente, que nos permite desarrollarnos y que abre el camino a los que nos siguen: nuestros hijos y demás familia.
Muchas personas, por ejemplo, decidieron que tal vez había algo más allá de lo que tenían a la vista y no únicamente lo pensaron, sino que se movieron para comprobarlo. Ahora, los obstáculos han sido otros, pero no tan distintos en esencia, los resultados también; evolución. Porque cuando nos decidimos a caminar, entiéndase por caminar a hacer cambios para mejor, estamos evolucionando. Cuando nos quedamos quietos, a pesar de saber y sentir que no estamos bien, involucionamos. Y esto último no es natural en “Homo sapiens”.
Hace varios millones de años, las especies que se quedaron en su lugar “seguro” y conocido desaparecieron. Las que se movieron dieron pie a este mundo loco de infinitos propósitos y oportunidades.
