Ojalá que el año que viene se equivoque. Así, sin miedo. Porque cuando uno se equivoca es porque está intentando algo nuevo, moviéndose, aprendiendo sobre la marcha. Es señal de que no se quedó quieto, de que se animó a hacer cosas que antes no hacía. Equivocarse no es fallar; muchas veces es avanzar. Es probar, es arriesgarse, es cambiar algo que ya no funcionaba. Es meterse en terrenos nuevos, aunque no todo salga bien a la primera. Y eso, al final, vale más que quedarse cómodo haciendo lo mismo de siempre.
Ese es mi deseo para usted, y también para mí: que cometamos errores nuevos. Errores que enseñen, que sorprendan, incluso que terminen siendo buenos recuerdos. Errores que no estén en el manual, de esos que nadie más ha cometido porque nadie más se atrevió. No se frene por miedo a no hacerlo perfecto.
No se paralice por pensar que no es suficiente. Eso pasa en el trabajo, en los negocios, en la familia, en el amor, en todo. El miedo siempre va a estar, pero no debería mandar. Así que, si hay algo que le da vueltas en la cabeza y le asusta un poco hacerlo, hágalo. Con dudas, con nervios, con errores si hace falta. Pero hágalo. Porque quedarse quieto por miedo suele doler más que haberse equivocado intentando.
Le hablo desde lo personal. Me he equivocado muchas veces. Pasé vergüenzas. Hubo gente que se rió, algunas veces de frente y otras por detrás. Tomé decisiones que, si salían mal, podían tener consecuencias bien duras. Y aun así, aquí sigo. No porque todo saliera bien, sino porque cada intento me movió un poco más adelante. He fallado más de lo que quisiera recordar, pero también aprendí que quedarse quieto por miedo pesa más que equivocarse intentando. La vida no viene con garantías y nadie tiene asegurado que todo le salga bien.
Eso nos pasa a todos. Por eso, para el año que viene, yo sigo con ganas. Sigo dispuesto a arriesgarme, a volver a pasar vergüenzas si hace falta y a aprender en el proceso. Ningún error me ha definido y no pienso dejar que lo haga ahora.
Le comparto esto porque sé que usted también ha dudado. Atrévase. Inténtelo. Si se cae, levántese y siga. Muchas veces, lo mejor no aparece cuando todo sale perfecto, sino justo en esos intentos imperfectos donde uno crece de verdad. Gracias por leerme.