Medievales

Este fenómeno de las crisis energéticas se da en países subdesarrollados, donde los Gobiernos han adolecido de una fuerte voluntad política para lidiar con ellos.

La indignación es diaria en este país, los siete días de la semana, día y noche, debido a los detestables cortes de energía llevados a cabo como parte del “mantenimiento de la red de distribución eléctrica” de la Enee.

Mantenimiento dicen ellos, realmente es una incapacidad que da cólera. La crisis energética no es nueva en nuestro país, data desde el mandato del entonces presidente Carlos Roberto Reina (1994-1998). Pero el problema había empezado en la década de los 80 con la instalación de los parques textiles y manufactureros, que exigieron una mayor demanda de energía para lo que la Enee de entonces no estaba preparada.

30 años después, el problema ha empeorado. Ahora se trata de que los mayores productores de energía son consorcios privados que venden la energía al Gobierno a precios exorbitantes y protegidos por contratos legales que al momento de firmarse no contaron con un adecuado análisis por parte de los organismos contralores del Estado para proteger al pueblo. Contratos que nadie ha podido modificar durante todo este tiempo.

Entiendo que nadie invierte para perder y que los negocios buscan ganancias. Pero toda actividad comercial debe tener su lado humano, cierta compasión. Aquí no hubo.

Este fenómeno de las crisis energéticas se da en países subdesarrollados, donde los Gobiernos han adolecido de una fuerte voluntad política para lidiar con ellos.

En países del primer mundo desde hace años están utilizando las fuentes de energía renovable como métodos alternativos, más amigables con el ambiente y mucho más baratos. Europa, Estados Unidos, Japón están utilizando ahora la energía undimotriz (proveniente de las olas del mar) cada vez con mayor frecuencia, fuentes de energía inagotables y con un impacto ambiental prácticamente nulo.

Obviamente somos del inframundo. Aquí nuestros políticos siguen enfrascados en el control del poder como razón de ser, sin atender los problemas reales de bienestar del pueblo. Cada vez de peor calaña, sin moral, con una ausencia completa de contrapesos familiares y éticos.

Ya basta. No puede ser que no exista solución a un problema administrativo público que data de hace treinta años. Es insólito.

Este país es el reflejo de sus políticos. Vergüenza debería darles presentarse con caras lavadas y sonrisas de payasos. Ahora son “tiktokers”. Se venden en redes y medios como si nada.

“La energía eléctrica es progreso”, decía el lema del siglo pasado. Aquí seguimos a oscuras, en plena Edad Media.

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