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Lo mejor de 2021 y el deseo de un esperanzador 2022

  • 30 diciembre 2021 /
Lo mejor de 2021 y el deseo de un esperanzador 2022

Si 2020 fue el año maldito, 2021 fue el de la desilusión (como cualquiera que promete más de lo que en realidad puede dar). Aún así, apuesto por un 2022 esperanzador.

La pandemia ha dejado un saldo de más de cinco millones de personas fallecidas y más de 275 millones de casos han sido reportados; más personas que toda la población de algunos de los países más poblados del mundo, como Brasil, Paquistán o Indonesia. Si la variante delta era rápida, todo parece indicar que ómicron es aún más transmisible y amenaza con extenderse a todo el planeta con rapidez. Mi esperanza para el año nuevo está puesta en la ciencia.

Muchos queríamos creer que la pandemia desaparecería mágicamente o sería controlada en 2021 con el desarrollo de vacunas eficaces contra la covid. Pero sucedió un escenario sombrío: altas expectativas, bajos resultados y mucha desinformación. La aplicación de las vacunas ha sido desigual en todo el planeta. La mayoría de las vacunas ha ido a parar a los países ricos. Y el resto de las naciones siguen acumulando casos y muertes y están obligadas a esperar. Si a esto le sumamos Gobiernos ineptos o improvisados, el resultado no pintaba bien. Por eso muy pronto se transformó en el año de la desilusión.

Pero insisto en lo positivo. Aquí está mi lista, incompleta y muy subjetiva, de lo mejor de 2021, incluyendo un par de lecciones:

— Las vacunas. Este fue el año de los nerds. Gracias a que numerosos científicos unieron sus mentes y se pusieron a trabajar, ahora tenemos la posibilidad de protegernos contra el virus. De manera apabullante, creativa y desafiante, varias compañías en todo el mundo desarrollaron en tiempo récord vacunas contra el coronavirus. Se trata de un verdadero logro. Por eso me resulta tan egoísta e ignorante la posición de quienes niegan los beneficios de las vacunas y al no inocularse exponen a los demás a una enfermedad mortal. Si se pusieron la vacuna contra la polio, ¿por qué no ponerse la de la covid? Es, en el fondo, una cuestión del bien común.

— Las Olimpiadas. Aún sin millones de espectadores presenciales, para mí no hay nada más fascinante que ver a atletas en el máximo de su capacidad y talento. Los Juegos Olímpicos de Tokio fueron, también, un ejemplo de perseverancia. Se realizaron un año después de que estaban programadas, pero se realizaron al final. Además, la decisión de Simone Biles —la mejor gimnasta del mundo— de retirarse de varias competencias por motivos de salud mental fue una lección mundial que salvará muchas vidas.

— Una mirada inusual a los Beatles. Quienes crecimos con la banda de Liverpool hemos tenido el mejor regalo posible: el documental Get Back. En alrededor de ocho horas rescata su increíble proceso creativo antes de dar una última presentación, en 1969. Quedé fascinado con la manera en que, literalmente, vemos cómo surgió la canción Let It Be o I’ve Got A Feeling. Sigo asombrado con la silenciosa y estática Yoko Ono, quien no se separa de John Lennon. Y desmitifica los muchos rumores de por qué se separaron. Eran cuatro genios con personalidad demasiado fuertes que no cabían por mucho tiempo en el mismo cuarto. Paul McCartney es una tormenta creativa, imparable y sorprendente en el bajo y en el piano, y con una voz que nunca se rompe. Y el magnífico humor de John Lennon es casi infantil. Estuve a punto de llorar al final del documental, como si los Bitles —como les decíamos en mi adolescencia en México— se acabaran de separar.

— La lectura de un libro sobre libros. Para mí el mejor libro del año fue uno escrito en español: El infinito en un junco de Irene Vallejo. Menciono solo un título en un año en que muchos hemos leído más que nunca. pero me parece que un libro “sobre la invención de los libros en el mundo antiguo” no puede ser más apropiado para un momento en que la pandemia nos llevó a pasar más tiempo en casa. El trabajo investigativo de Irene es exhaustivo, espectacular, preciso y lleno de anécdotas que brincan sobre las palabras. Me quedo con una cita: “La invención de los libros ha sido tal vez el mayor triunfo en nuestra tenaz lucha contra la destrucción. A los juncos, a la piel, a los harapos, a los árboles y a la luz hemos confiado la sabiduría que no estábamos dispuestos a perder”.

— La Feria Internacional del Libro en Guadalajara (FIL). Fue emocionante ver a miles de personas que se perdían entre pasillos llenos de libros. Fue mi primer evento masivo en casi dos años y lo disfruté, enmascarado, como niño en recreo. Alguien me dijo que era como Disneylandia para adultos, pero creo que es mucho mejor que eso. Hay algo casi mágico y muy romántico cuando la gente se reúne para discutir ideas y palabras.

— El Premio Nobel de la Paz fue otorgado a dos periodistas. Ante los asesinatos de tantos periodistas —por ejemplo, ya van 25 asesinados en México desde que Andrés Manuel López Obrador tomó posesión como presidente— es muy importante destacar la labor de quienes luchan por la libertad y por decir la verdad. La filipina Maria Ressa y el ruso Dimitri Muratov han arriesgado su vida para informar sobre los regímenes autoritarios donde viven. Esta no es una profesión para los silenciosos. Los periodistas somos incómodos y nadie suele cuidarnos. Por eso nos tenemos que cuidar unos a otros.

— El trabajo no es lo más importante. El sueño de trabajar desde casa se volvió, a veces, una maldición. Hay indicios de que para muchos el mundo laboral ha cambiado para siempre: algunas empresas han instaurado semanas más cortas o flexibilidad para escoger el lugar y las horas de trabajo, y se han extendido muchas opciones gracias a la tecnología. Pero ahora estamos hartos de las reuniones por Zoom o en Teams. Y, como lo escuché en un reportaje de la NPR, los tres principales enemigos de trabajar desde casa son: la cama, la televisión y el refrigerador. Aunque no está mal tener algunos días libres, aún debemos adaptarnos a las nuevas circunstancias laborales y a poner límites para conseguir un mejor balance entre vida y trabajo.

— El entorno es vital. Esta pandemia nos ha enseñado que vivir en hogares saludables y con familias que favorecen la convivencia nos permiten crecer, independientemente de los recursos económicos o el vecindario. Quizá hemos descubierto (¿redescubierto?) que lo importante es mantenernos cerca de la gente que nos hace mejores. Y también, al menos yo, he visto que tengo menos paciencia con las personas y las cosas que hacen perder el tiempo. Con tanta muerte a nuestro alrededor, apreciamos más cualquier pedacito de vida.

Si 2021 fue desilusionante y, a pesar de todo, tuvimos vacunas, Olimpiadas, Bítles, FIL, buenos libros, periodistas valientes y redescubrimos nuestro entorno, entonces 2022 no puede venir tan chueco. Además, un año con mundial de fútbol no puede ser malo.