10/12/2025
12:01 AM

¿Otro año más?

¿Otro año más?

Para muchas culturas antiguas la historia tenía un sentido cíclico, una especie de espiral sin fin llena de bucles repetitivos, en el que el ser humano se veía sumergido en una concepción circular del tiempo, condenándole una y otra vez a repetir las mismas fases.

El génesis de esta visión cronológica era obvio, se basaba en la observación de fenómenos naturales que por lo general son cíclicos. Por ejemplo el círculo vital de nacer, crecer, multiplicarse y morir, la salida y la puesta del sol, que marcan los días, las fases de la luna, y el mismo movimiento de traslación de la tierra alrededor del sol, sincronizado con las estaciones del año, en un movimiento de vida y muerte que no acaba.

No obstante la cultura judeo-cristiana desarrolló un concepto distinto de tiempo y de historia, entendido desde un plan creador, no como un círculo infinito, sino como un dinamismo histórico lineal, con un principio y un final, que es Dios mismo.

San Agustín dirá: “De ti venimos Señor y a ti volvemos y el corazón está inquieto, hasta no descansar en ti”.

De esta manera los cristianos comprendemos que la historia, y la propia vida tienen su origen y su fin en Dios, y que ambas están jalonadas por Él, desde un movimiento atrayente.

Esto es totalmente revolucionario, pues mientras la visión circular, es una especie de reciclaje sin puerto, ni meta, el ser consientes de nuestro origen y “destino”, le brinda a la historia y a la existencia humana un propósito, un norte y una vocación.

Esto le mueve a crecer y a madurar para alcanzar el estado de vida deseado por su Señor desde la eternidad. Como nos dice San Pablo en Ef 4,13: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.

Terminar un año e iniciar uno nuevo, es la oportunidad ideal para evaluar el crecimiento personal, nuestros avanzar en el plan que Dios nos ha trazado, como profesionales, como miembros de una familia, de la sociedad y por supuesto como cristianos.

Nada de lo que hemos vivido durante este 2021, por duro y difícil que parezca carece de sentido, nuestros días vividos en Dios, no son una noria que se mueve, pero no se traslada, por el contrario, cuando cobramos conciencia que el Señor es el norte de nuestra historia, cada momento y acontecimiento se vuelven una rueda potente, que en la medida que gira también avanza, acercándonos más a aquel que nos espera, para hacer cumplir en plenitud su plan en nosotros. Feliz año nuevo 2022.