Lo inesperado

  • 12 de enero de 2025 a las 00:00 -

Apenas estamos por llegar a los primeros 15 días de enero de 2025 y si hay algo que podemos decir de este período es que ha estado marcado por acontecimientos inesperados.

No es fácil lidiar con escenarios de incertidumbre porque esa constante sensación de alerta ante cualquier cosa que pudiera suceder resulta agobiante.

Las noticias sobre lo que acontece en el mundo no son motivadoras: eventos naturales que se convierten en desastres, polarización política y una intención poco velada de “resolver” temas delicados a través de las armas; lealtades evidentes y un tremendo y enfermizo amor al poder en todas partes.

En Honduras, parece que hay poco aprecio por el discurso de fondo y una sobrevaloración de todo lo que apele a la provocación; es decir, al comentario más sarcástico, la respuesta más ambigua o la falta de congruencia.

Desdecirse resulta fácil, sin un ápice de pena. Lo que antes era malo hoy fácilmente es aceptado y el escrutinio público se centra más en lo frívolo que en lo serio.

Mientras tanto, el panorama mundial nos da indicios de un año muy activo en conflictos geopolíticos, que se traducirán en sobresaltos para el comercio mundial y con efectos en la vida cotidiana.

A todo se suman los efectos del cambio climático, que ahora serán también desestimados por los negacionistas, pero no por eso desaparecerán.

Este año podríamos esperar eventos climáticos intensos, que exigen una fuerte preparación no solamente de los estados, sino también de las comunidades y las organizaciones públicas y privadas.

La combinación de variables hace pensar que tendremos lo inesperado. ¿Qué podemos hacer frente a un escenario así?

Hace poco leí una frase del escritor Eckhart Tolle que dice: “Si la incertidumbre es inaceptable para ti, se convierte en miedo. Si es perfectamente aceptable, se convierte en una mayor vitalidad, alerta y creatividad”.

Así que, en primer lugar, corresponde aceptar la incertidumbre y que en lugar de convertirse en miedo, nos ayude a estar muy despiertos, a flexibilizar nuestros planes y proyectos de acuerdo con los acontecimientos, así como a ser creativos para anticiparnos, buscando alternativas y soluciones.

Lo inesperado encierra siempre enormes desafíos, muchos de ellos que escapan de nuestro control; lo que sí podemos controlar es nuestra propia actitud. ¿Somos parte de las soluciones o solo de las quejas? Esta pregunta aplica en casi todos los ámbitos de la vida. ¿Estoy contribuyendo a sembrar esperanza o desolación?

Todos pasamos por momentos de negatividad, de impotencia ante aquello que no podemos cambiar, olvidando que siempre tenemos un lugar donde hacer la diferencia: en la propia mente, en la familia, en el lugar de trabajo y en la comunidad.

Que lo inesperado no nos arrebate la esperanza y que mantengamos la fe, no en las acciones de las personas, sino en Dios que todo lo puede.

las columnas de LP

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