En un mundo donde el cambio sucede con rapidez, las sociedades pueden avanzar o quedarse rezagadas según cómo sus líderes piensen y actúen. Algunos se asemejan a chatbots, con respuestas predecibles y poca apertura a nuevas ideas. Otros, en cambio, se comportan más como ChatGPT, demostrando flexibilidad y capacidad para innovar.
Un chatbot es un programa con respuestas fijas y rutinarias, incapaz de salirse de un guion establecido. Por su parte, ChatGPT funciona como una inteligencia artificial avanzada capaz de procesar datos masivos y ofrecer soluciones originales. Esta metáfora nos ayuda a entender dos estilos de liderazgo: uno rígido y otro abierto a la experimentación.
En la vida cotidiana, un chatbot puede aparecer en la web de tu banco o en la atención al cliente de tu compañía telefónica, donde te ofrece opciones limitadas que no siempre resuelven tu necesidad. En contraste, ChatGPT puede responder preguntas abiertas, ayudarte a redactar textos, crear ideas nuevas o incluso resolver problemas complejos, mostrando una adaptabilidad similar a la de un experto humano. En América, Donald Trump (EE UU), Nayib Bukele (El Salvador) y Gabriel Boric (Chile) han tomado decisiones disruptivas. Trump sorprendió al suspender la participación de su país en acuerdos internacionales y crear el Departamento de Eficiencia Gubernamental; Bukele promovió la adopción de la criptomoneda Bitcoin, una moneda digital que facilita transacciones rápidas y seguras, sin intermediarios bancarios, como moneda de curso legal, y Boric (Chile) impulsa reformas y nueva Constitución, mostrando apertura a cambios poco convencionales.
Por otro lado, líderes como Nicolás Maduro (Venezuela), Daniel Ortega (Nicaragua) y Miguel Díaz-Canel (Cuba) se asemejan más a chatbots. Sus políticas centralizadas y su resistencia al cambio ilustran una forma de gobierno con respuestas rutinarias, sin el dinamismo necesario para afrontar los desafíos actuales de manera eficaz.
Al final, la diferencia clave está en la adaptabilidad. Liderazgos tipo ChatGPT tienden a acelerar la evolución de sus sociedades, mientras que aquellos más parecidos a un chatbot se quedan anclados en soluciones conocidas. Entender estas posturas es fundamental para decidir qué clase de futuro queremos construir en los países de América.