En un mundo marcado por crisis múltiples -alimentarias, ambientales y sociales- es fácil pasar por alto soluciones simples, poderosas y sostenibles. La lactancia materna es una de ellas. Este acto ancestral, profundamente humano, no solo es vital para la salud del niño y la madre: también es una de las prácticas más eficaces para proteger el medio ambiente. En esta Semana Mundial de la Lactancia Materna, desde Unicef, que forma parte del llamado global para promover la lactancia materna y crear un entorno que propicie la lactancia materna, sostenible y que contribuya a reducir los impactos del cambio climático vinculados con el uso de fórmulas infantiles.
Promover la lactancia no es solo una acción de salud pública. Es también una decisión estratégica para avanzar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La leche materna es el único alimento natural, renovable y libre de emisiones contaminantes. No requiere envases, transporte ni combustibles para su producción o distribución. No genera residuos. Cada vez que una madre amamanta reduce la huella ambiental que dejaría el uso de fórmulas infantiles: plásticos, latas, agua embotellada y desechos que terminan en ríos y en las comunidades hondureñas.
En países como Honduras, donde muchas familias enfrentan inseguridad alimentaria y acceso limitado a servicios de salud, la leche materna es muchas veces el único alimento seguro y completo que un bebé puede recibir. Por ende, amamantar es un acto de justicia social.
Pero amamantar no es solo cuestión de voluntad. Muchas mujeres enfrentan barreras constantes: mitos, falta de apoyo, condiciones laborales adversas o prácticas hospitalarias inadecuadas. Aquí entra en juego la campaña “Cadena efectiva”, impulsada también durante la Semana Mundial de Lactancia Materna. La estrategia constituye el involucramiento de actores que forman parte de la red de apoyo para que toda madre tenga acceso a los recursos necesarios para amamantar con éxito y en libertad.
La “Cadena efectiva” propone una visión técnica y coordinada del apoyo a la lactancia, desde el embarazo hasta los dos años del bebé. Establece que cada contacto que tiene la madre con el sistema de salud, la comunidad o su entorno laboral debe ser una oportunidad de protección, orientación y respeto. Y esto exige una cadena de actores conectados: personal sanitario, líderes comunitarios, empleadores, familiares, comunicadores, instituciones públicas.
Este enfoque no solo es deseable. Es urgente. En Honduras, apenas 31% de los niños menores de 6 meses reciben lactancia materna exclusiva, según Endesa 2019. Sabemos que mejorar esta cifra requiere mucho más que recomendaciones aisladas: requiere un ecosistema comprometido, informado y solidario.
Unicef, junto a sus aliados, trabaja para fortalecer cada eslabón de esta cadena: 1) capacitando personal de salud en atención respetuosa y apoyo a la lactancia, 2) promoviendo espacios laborales amigables con la maternidad, 3) impulsando la educación comunitaria y la participación de los padres, 4) acompañando a la Secretaría de Salud en la implementación de políticas que prioricen la nutrición desde el nacimiento, y 5) visibilizando la conexión entre lactancia y sostenibilidad ambiental.
La lactancia materna salva vidas, protege el medio ambiente y construye sociedades con mejores oportunidades, todo al mismo tiempo. Esta semana, en Unicef alzamos la voz para que ninguna madre esté sola y ningún bebé pierda el derecho a recibir el mejor alimento. Promover la lactancia materna exclusiva es también proteger nuestro planeta.
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