En un mundo donde la ciencia era territorio exclusivo de los hombres, una mujer lo desafió estudiando en la Universidad Cornell, y obtuvo un doctorado en botánica. Había nacido en 1902 en Harford, Connecticut.
Brillante citogenetista, se decidió a estudiar el maíz. Sí, el maíz. Pero lo que encontró en sus cromosomas llegó a cambiar para siempre la historia de la genética.
Sus padres recordaban que desde muy pequeña mostró una curiosidad insaciable. Cuando estudiaba en la Universidad se decía que escuchaba al maíz, pero la verdad es que se sumergía en el estudio de sus cromosomas, y descubrió algo revolucionario: los genes podían moverse.
Pero lo que se creía en esa época era que la estructura de los genes era fija. Así que la ridiculizaban con sus “genes saltarines”. Aunque ella les llamaba “elementos transponibles”. La idea era tan radical que los científicos decidieron ignorar a esa mujer.
¿Su nombre? Barbara McClintock, y no se dio por vencida. Durante décadas trabajó en silencio, sin publicar sus hallazgos, pensando en que el mundo tendría que aceptar lo que el maíz le había contado bajo el microscopio.
Decidió que no necesitaba el reconocimiento de los que no estaban dispuestos a revisar evidencias y cambiar de idea. Pero la verdad se impuso finalmente, y en 1983, el mundo la escuchó. Recibió el Primer Premio Nobel de Fisiología o Medicina, convirtiéndose en la primera mujer en recibirlo en solitario.
La historia de Barbara McClintock es un testimonio de que los logros científicos, como los logros personales, no necesitan aprobación de todos para ser válidos. Ella creyó en sus descubrimientos cuando nadie más lo hacía.
Esta mujer, que escuchó al maíz científicamente, descubrió que los genes pueden moverse. Y nos enseñó que las ideas también pueden hacerlo, y que, para cambiar al mundo, hay que estar dispuesto a caminar solo, si es necesario.
Así que, si te llegas a sentir incomprendido, si tus ideas las rechazan solo porque no las comparten, recuerda a Bárbara. No estás solo. Estás simplemente un paso adelante.
LO NEGATIVO: La historia muestra que la incomprensión retrasa su propio avance.
LO POSITIVO: La perseverancia y un trabajo inteligente siempre darán resultado.