La lectura, vitamina del cerebro

La conciencia humana se forma y se fortalece a lo largo de la vida a partir de la información que adquirimos, y la lectura se convierte en una herramienta fundamental para el desarrollo del pensamiento, la madurez y la capacidad de enfrentar los retos de la vida.

El sistema nervioso humano es una de las más grandes maravillas de la naturaleza. Nos permite tener una conciencia, aunque los científicos han comenzado a admitir que los animales también tienen conciencia. Se entiende por conciencia la imagen que tenemos del mundo en nuestro cerebro: se forma por toda la información que recopilamos a través de los sentidos o receptores a lo largo de la vida.

Nuestra conciencia, por lo tanto, se va desarrollando a lo largo de la vida y hace que adquiramos madurez y la posibilidad de tener las herramientas para poder desempeñarnos adecuadamente.

El cerebro, mejor dicho, la corteza cerebral, el asiento de la conciencia, también se desarrolla a lo largo del crecimiento y se asume que su desarrollo máximo se obtiene entre los 20 y los 25 años. Cuando nacemos no tenemos ninguna conciencia, nuestro sistema nervioso solamente trae las instrucciones para que podamos desempeñar las funciones básicas vitales: respirar, mamar, la función cardíaca, entre otras.

Inicialmente tenemos una conciencia relacionada con el entorno íntimo de mamá, papá y hermanos en casa. Crecemos y tomamos conocimiento del estrecho ambiente que nos rodea: las habitaciones de la casa y los personajes cercanos.

Cuando vamos a la escuela ampliamos el ambiente de observación y de obtención de datos, y entonces comenzamos a conocer la ciudad y ampliamos las relaciones personales, sobre todo con los niños y maestros del aula y del centro escolar.

Una conciencia más desarrollada aparece en la secundaria, cuando nos enfrentamos a asignaturas más complejas, igual que en la universidad, etapa en la que ya adquirimos la responsabilidad de lo que será nuestro futuro. Entonces nuestro mundo es el universo.

Esto también nos hace entender que la conciencia es personal. Cada quien tiene la suya, que no es igual a ninguna otra porque la información es personal y cada individuo está expuesto a experiencias personales únicas. La conciencia es nuestra verdadera identificación personal. Los ambientes modelan la conciencia: un campesino tiene una conciencia diferente a la de un citadino. En cada ambiente, las fuentes de información son diferentes.

Entonces, si la conciencia es el conjunto de la información que acumulamos en nuestra corteza cerebral es indudable que la lectura desempeña un papel importante en el desarrollo de una conciencia avanzada, capaz de proporcionar al individuo las herramientas necesarias para desempeñarse con éxito en todas las actividades que emprenda, tanto en el hogar como en el desempeño escolar.

Aunque muchos maestros no lo saben, vamos a la escuela a aprender a resolver problemas mediante el conocimiento. La vida es un permanente enfrentamiento de problemas, y la escuela nos enseña a resolverlos: los problemas cotidianos y los problemas profesionales.

Porque si alguien decide ser ingeniero, su vida no va a girar totalmente en torno a la ingeniería, también tendrá otra vida que está relacionada con su vida propia, hogareña, de amistades, de relaciones artísticas para algunos.

Y la capacidad de resolver los problemas con que nos enfrentamos cotidianamente está en la cantidad de información que hayamos almacenado en la memoria y que ampliamos con la lectura.

Los libros contienen toda la sabiduría del mundo, con una cantidad de información que no cabe en la capacidad de nuestra memoria. Por otra parte, no toda la información acumulada en los libros a lo largo de la historia nos es útil.

Por eso, nosotros somos selectivos y acudimos a los libros que contienen datos que están relacionados con nuestras inclinaciones y, principalmente, con nuestras actividades profesionales.

Se sabe que la producción de libros ha ido en aumento de forma exponencial a lo largo historia. No manejo las cifras de las páginas que hoy se imprimen, pero representan una cifra fabulosa.

Pero además ahora el conocimiento no solo se almacena a través de las imprentas, sino que también de los medios electrónicos, y con los computadores y los teléfonos tenemos acceso casi inmediato a múltiples informaciones que nos son necesarias en situaciones determinadas.

La lectura no solo nos informa, también nos deleita. No puede haber mejor deleite que la lectura de una novela o un poema. El placer que nos permite el acceso al arte de la literatura es inconmensurable.

Así que, jóvenes, la lectura es la verdadera vitamina del cerebro. No son los menjurjes, las pastillas, los que fortalecen nuestra mente. Es la lectura y solo la lectura. Por eso la tarea es leer, leer, leer.

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