Mencioné en la primera parte de este artículo que uno de los problemas más dañinos para la capacidad de crecimiento y bienestar de una sociedad es la corrupción en sus diferentes manifestaciones. En este caso, no me refiero a la parte pública, sino sector empresarial y otras actividades económicas privadas.
Luego de enumerar algunas de las causas para que la corrupción se dé (crecimiento y burocratización) señalé algunas de las medidas que pueden evitar las penumbras o discrecionalidades que invitan a las prácticas corruptas. En ese sentido, el primero que debe estar a bordo en construir una cultura anticorrupción es la persona que funda o dirige el proyecto. Si hay políticas o procedimientos de obligatorio cumplimiento, y la cabeza no las cumple, es de esperar que los demás miembros tomarán el ejemplo y se arrogarán todas las capacidades discrecionales que le sean posibles. Por ejemplo, si un propietario no cumple con los resultados de una licitación privada o de un proceso competitivo de seleccionar personal, su equipo se sentirá tentado a hacer lo mismo. Aquí cabe la pregunta de qué obligación pudiese tener un propietario con la eficiencia de la organización, y obligarse a seguir reglas que le evitan ejercer una prerrogativa. En caso de que se trate de una sociedad, el interés material de sus socios debe impedirlo. Es bastante común ver en sociedades donde las diferentes partes tratan de crear islas de control, donde las decisiones no se toman en interés de la empresa, sino de un beneficio particular.
Este tipo de sociedad no tendrá éxito a largo plazo, y los funcionarios se sentirán tentados a actuar de la misma forma. Por tanto, si se quiere tener una organización honesta, será necesario dar el ejemplo en todos los casos.
El primer paso para evitar la corrupción en organizaciones es el compromiso de sus propietarios o directores de cumplir con todas las reglas que se establezcan para tener una organización profesional. Salir del espacio de las decisiones arbitrarias y personales, que ha sido la norma en un manejo subdesarrollado de organizaciones, y pasar a un modelo institucional.