Invasión por WhatsApp

La conquista ya no se da por invasión física, sino por persuasión emocional y generalmente por medio del WhatsApp. América Latina está vulnerable, polarizada y cada vez más digitalizada.

  • Actualizado: 20 de junio de 2025 a las 00:00 -

Dicen que las guerras ya no se libran con tanques ni batallones. Y aunque aún no lo terminamos de creer, los misiles han sido reemplazados por mensajes, las trincheras por redes sociales y los soldados por perfiles anónimos. Ha trascendido recientemente que el gobierno argentino desmanteló una red de desinformación vinculada al Kremlin, operada desde Buenos Aires por ciudadanos rusos infiltrados en oenegés, centros culturales y medios digitales. Su misión no era capturar territorios, sino alterar percepciones, confundir a la ciudadanía y erosionar la confianza en las instituciones democráticas, justo antes de un ciclo electoral.

No hubo explosiones. Solo titulares manipulados, narrativas fabricadas y contenidos patrocinados para parecer verdad. Es la nueva cartografía del conflicto: una guerra sin ruido, pero con efectos duraderos. Argentina lo ha vivido. Otros países apenas están despertando.

La conquista ya no se da por invasión física, sino por persuasión emocional y generalmente por medio del WhatsApp. América Latina está vulnerable, polarizada y cada vez más digitalizada, es un blanco fácil. La desinformación no se improvisa: se diseña. Y si no reaccionamos con estructura, formación y estrategia, caeremos como quien no se da cuenta que ya está bajo ataque.

Frente a este escenario, emergen trincheras ciudadanas. En Brasil, Projeto Comprova agrupa medios que desenmascaran campañas de manipulación. En México, Verificado se convirtió en escudo colectivo en pleno proceso electoral. En Perú, Ama Llulla hace verificación en español y lenguas indígenas, fortaleciendo el pensamiento crítico desde las comunidades. Y en Honduras, el proyecto #NoSoloFakeNews articula educación mediática, análisis emocional de los discursos falsos, fact-checking profesional y acompañamiento a instituciones que requieren blindaje informativo.

En esta nueva guerra, el silencio es complicidad. Y la única trinchera posible es una ciudadanía que cuestione antes de compartir, que dude antes de creer, que piense antes de votar.

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