Extraño monumento a un magnicidio

El atentado contra Miguel Uribe Turbay, candidato presidencial de Colombia, me hizo recordar al más grande magnicidio de los últimos tiempos.

El atentado contra Miguel Uribe Turbay, candidato presidencial de Colombia, similar al ocurrido contra Luis Carlos Galán en tiempos de Pablo Escobar y al de Luis Donaldo Colosio en México, me hizo recordar al más grande magnicidio de los últimos tiempos.

Unos cuarenta años después del asesinato de John F. Kennedy, el presidente más carismático que ha tenido Estados Unidos, tuve la oportunidad de conocer el lugar desde donde le dispararon y el insólito monumento que dedicaron a su memoria en un parque de Dallas.

Periodistas sampedranos de diferentes medios fuimos invitados, por una aerolínea internacional, a la inauguración de un vuelo directo entre el aeropuerto Ramón Villeda Morales y la principal terminal aérea de la metrópoli al norte de Texas.

La aeronave que nos transportó se convirtió, tras el despegue, en un centro social elevado en donde comenzamos a departir en cuanto alcanzó la suficiente altura para que pudiésemos soltar nuestros cinturones. Por supuesto, los únicos que no podían compartir en aquel ambiente festivo eran los pilotos, quienes tenían la responsabilidad de llevarnos sanos y salvos, aunque embriagados, a nuestro destino.

En cuanto la aeronave aterrizó en el Dallas Fort Worth, las ventanillas herméticas fueron empañadas por los chorros de agua que lanzaban, desde la pista de aterrizaje, unidades del Cuerpo de Bomberos, a manera de bautizo del vuelo inaugural.

Al día siguiente, los anfitriones nos mostraron los principales atractivos y sitios históricos de la ciudad. Entre estos no podía faltar el museo del sexto piso, en el edificio Dealey, dedicado a documentar el atentado mortal contra el expresidente Kennedy. Recordé que una centuria antes había muerto, también fulminado por una bala, Abraham Lincoln, expresidente de Estados Unidos, dentro de un teatro en Washington.

En cuanto llegamos al museo, los guías nos colocaron grandes audífonos que nos transportaron a la época en que ocurrió el magnicidio. Canciones de los artistas de entonces, como el rey del twist Chubby Checker, y fragmentos de los discursos de Kennedy nos regresaron a los años sesenta, cuando sucedieron los más significativos eventos que transformaron al mundo.

“No preguntes qué puede hacer el país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por el país”, escuchamos por los auriculares antes de presenciar el film repetitivo del asesinato.

Desde una ventana, al par del depósito de libros que permanecía sellado, pudimos examinar la calle que recorría la comitiva presidencial al momento del histórico asesinato. Luego, los anfitriones nos llevaron a un parquecito para mostrarnos el monumento a aquel acontecimiento.

No lo podíamos creer, era un enorme bloque de hormigón pintado de negro con un pequeña placa alusiva. “Así de horrible fue el día en que ocurrió el crimen”, nos explicó el guía para sacarnos de nuestro asombro.

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