La experiencia adquirida en la cobertura periodística de procesos electorales, dentro y fuera del país, me enseñó a diferenciar los políticos de los líderes.
La distinción principal es que un líder enfoca su visión en el bienestar del conglomerado y en el desarrollo de una nación, mientras que un político se centra en el poder, la maniobra maquiavélica y la consecución de objetivos particulares a través de influencias y estrategias turbias. Sin embargo, también me he dado cuenta de que no siempre un líder puede llegar a ser un buen presidente.
En las elecciones generales de El Salvador celebradas en 2004 compitieron por la Presidencia del país el exlíder guerrillero Schafick Handal y el derechista Antonio “Tony” Saca.
Al primero logré entrevistarlo, con dificultad, después de una nutrida concentración de cierre de campaña en la periferia de San Salvador. Me había enterado de que Handal estaba enemistado con algunos medios de comunicación porque, supuestamente, hacían eco de una campaña de desprestigio contra su candidatura.
Previo a la comparecencia de Handal en la concentración, sus activistas estuvieron haciendo una parodia en la que presentaban a Tony Saca como un afeminado que se depilaba las cejas y se hacía otros afeites propios de las damas.
Eso me pareció una burda maniobra que en vez de atraer simpatizantes más bien rechazaba, ya que el joven candidato del derechista partido Arena se caracterizaba por ser un hombre muy cuidadoso de su presentación personal y tal vez por eso querían poner en duda su masculinidad.
Además, la tendencia sexual del individuo no debe entrar en juego en una campaña política, sino la capacidad o incapacidad del aspirante para gobernar. Al finalizar la parodia apareció Handal sacando a relucir su mal humor, mientras amonestó a unos menores que querían también subir al tinglado.
Entrevistar a Tony Saca fue más agradable. Lo abordé cuando se disponía a comparecer ante una organización importante de trabajadores. En cuanto me identifiqué colocó su mano en mi hombro y me dijo sonriente:
“No hay problema, espérame en la oficina ( de la sede laboral), allí llegaré cuando termine de hablar”. En efecto, en menos de una hora estaba frente a mí, preguntándome por la situación política de Honduras, que seguramente él ya conocía, pero indagaba solo para romper el hielo.
Schafick Handal murió de un infarto de miocardio, dos años después de perder aquellas elecciones, mientras que Tony Saca guarda prisión por haber cometido actos de corrupción en su gobierno.
Ahora que estoy retirado de las actividades reporteriles veo, desde la barrera, la turbulenta lidia electoral en Honduras, al tiempo que me esfuerzo por distinguir a un líder auténtico para darle el voto.