El legado económico del papa Francisco

Habiendo transcurrido algunos días del fallecimiento del papa Francisco conviene recordar sus aportes en materia económica, especialmente en lo relativo a su defensa de los pobres.

  • 04 de mayo de 2025 a las 23:00 -

Habiendo transcurrido algunos días del fallecimiento del papa Francisco conviene recordar sus aportes en materia económica, especialmente en lo relativo a su defensa de los pobres, su interés por los migrantes, la “economía del descarte” y la reiterada preocupación por la preservación de la “casa común”, este bello planeta azul que es una maravillosa creación divina.

A continuación se resumen los principales planteamientos sobre el sistema económico mundial y la llamada “economía del descarte” del papa Francisco, fallecido el 21 de abril de 2025 en horas tempranas:

1. Diagnóstico crítico del sistema económico mundial. Primacía del capital sobre el trabajo humano: Francisco denuncia un modelo que subordina el trabajo y la dignidad de las personas al dios del lucro, donde “la lógica del beneficio a toda costa” margina a millones de trabajadores (“La economía mata”, Evangelii Gaudium 53).

2. Neoliberalismo tecnocrático. Señala que muchas políticas económicas se rigen por indicadores puramente técnicos (crecimiento del PIB, tipos de interés), sin tener en cuenta el impacto social y ecológico, lo que genera una brecha creciente entre ricos y pobres.

3. Fragmentación y falta de una autoridad global justa. Critica la ausencia de un sistema de gobernanza internacional que regule de modo equitativo las finanzas y el comercio mundial, permitiendo la especulación y la evasión fiscal a gran escala.

4. La “economía del descarte”. Cultura del descarte humano: en “Laudato Si” (LS 2015), el papa habla de una “cultura que descarta” a los pobres, a los migrantes, a las personas mayores o con discapacidad, considerándolos “sobrantes” en un mundo regido por la productividad y el consumo (LS 43, 79).

5. Descarte de la creación. La misma lógica excluye a buena parte de la naturaleza, explotando recursos sin límites ni sostenibilidad. Esto conduce a una “deuda ecológica” de los países ricos hacia los países empobrecidos y al calentamiento global (LS 51).

6. Consecuencias sociales y ambientales. El papa subraya que la economía del descarte agrava la pobreza extrema, las migraciones forzadas y la degradación ambiental, pues “todo está conectado” y no puede haber justicia social sin justicia ecológica (LS 16, 91).

7. Principios para una economía al servicio de la vida. Bien común y solidaridad: propone reorientar la actividad económica hacia el bien común, privilegiando la solidaridad, la subsidiariedad y la participación de todos los actores sociales (familias, comunidades, empresas, Estados). Desarrollo integral: aboga por un “desarrollo humano integral” que no se limite al crecimiento material, sino que incluya valores culturales, éticos y espirituales (Fratelli Tutti 162). Economía circular y ecológica: fomenta modelos productivos que reduzcan la extracción de recursos, prioricen el reciclaje y protejan la biodiversidad, en línea con una “ecología integral” (LS 138–140). Finanzas éticas y economía de comunión: respaldar instituciones financieras y empresas comprometidas con la inclusión social y ambiental, así como proyectos cooperativos y de economía popular.

8. Propuestas concretas. Regulación de los mercados financieros: impulsar un impuesto a las transacciones financieras internacionales (tasa Tobin) para desincentivar la especulación y generar recursos para la lucha contra la pobreza.

9. Fortalecimiento de la gobernanza global: crear organismos internacionales con mayor capacidad para sancionar la evasión fiscal, el dumping social y ambiental, y para asegurar el acceso universal a servicios básicos (salud, educación, agua).

Políticas fiscales progresivas: reclamar a los Estados sistemas impositivos que graven más a los que más tienen y destinen esos recursos al bienestar de los más vulnerables.

10. Economía popular y cooperativas. Difundir “microproyectos” que empoderen a las comunidades locales para producir, intercambiar y gestionar sus propios bienes, reduciendo la dependencia de grandes corporaciones.

Con los planteamientos anteriores, el papa Francisco ofrece no solo un diagnóstico riguroso de las fallas del sistema económico mundial y de su “cultura del descarte”, sino también un conjunto de principios éticos y medidas concretas para construir una economía más humana, solidaria y sostenible.

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