En vísperas de la gran celebración vuelven a cruzarse por las redes sociales los acostumbrados saludos y los deseos por un año próspero y feliz; no obstante, muchos somos conscientes de que nuestro bienestar dependerá, a partir del jueves, de la actitud que adoptemos frente a la vida, así como de las decisiones que tomemos.
En cuanto a los hondureños en general, ahora que acabamos de salir de un convulso proceso electoral, nuestro gran deseo es que las aguas revueltas vuelvan a su cauce y que los excandidatos se olviden de las ofensas proferidas entre sí, en el entendido de que no hay vencidos ni vencedores, como decía uno de los más ponderados políticos de Honduras, el doctor Ramón Villeda Morales. La patria está de fiesta, no porque haya ganado un azul y los otros hayan perdido, sino porque salimos de una cruel incertidumbre que ponía en riesgo la voluntad del pueblo manifestada en las urnas y, en síntesis, nuestra frágil democracia.
Hace unos años, el correo se atascaba en ocasiones como esta por el tráfico incesante de tarjetas ilustradas con motivos alusivos a la celebración y estereotipados mensajes que uno podía escoger para adecuarlos a su sentimiento.
La tecnología fue echando por la borda el viejo sistema de intercambiar saludos, de tal manera que estas comunicaciones se reenvían ahora en fracción de segundos, convertidas en irónicos videos o ilustraciones.
Después de haber sido proclamado Nasry Asfura como el ganador de las elecciones, estos “memes”, burdos o ingeniosos, estremecen las redes sociales: algunos cargados de amargura, otros burlescos y muy pocos reconciliadores. Son estos últimos los necesarios para contribuir a pacificar el país y recordarnos que somos una familia en la que deben desaparecer las desavenencias por asuntos políticos después de haber cruzado el río de la disputa.
El resultado del agotador conteo debe servir de lección para los políticos que abusaron de la diatriba contra el adversario, así como para aquellos que se excedieron en el poder que les dio el mismo pueblo. Debemos recordar que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los politiqueros, sino en las de auténticos líderes.
Ahora que lo difícil pasó, a trabajar se ha dicho y a esperar que, después del 27 de enero, el nuevo gobierno comience a hacer lo propio y a cumplir lo que expresó el presidente electo en su mensaje navideño: “Es tiempo de reconciliación, de unidad y de paz. Debemos reconocernos como lo que somos: una sola familia hondureña”.