Ecos y cenizas

La mayoría vive en un ciclo impuesto por la sociedad. Un trabajo sin alma, sueldos que no alcanzan, responsabilidades que pesan más que los sueños.

Recientemente escuché una frase brutal. Decía: “tu futuro te necesita, tu pasado no”. Contundente, desnuda, dolorosamente cierta.

Muchas personas han vivido un pasado difícil, lleno de malas experiencias. Caminan con el alma encorvada por lo vivido. Cargando culpas antiguas, palabras no dichas, decisiones a destiempo, promesas rotas. Se aferran a las ruinas, buscando un sentido a lo que ya fue; pero el pasado solo tiene el poder que aún le concedes. Es sombra. Es eco. Es ceniza.

Si, hubo momentos bellos. Risas. Amor. Pero también heridas, silencios que gritan, ausencias que pesan, recuerdos que raspan por dentro.

No hay que caer en la trampa del “¿... y si hubiera”? Es un ancla disfrazada de nostalgia.

En algunos momentos en la vida mirar atrás duele más de lo que ayuda. Llega el momento en el que hay que quemar esos barcos en la playa y avanzar sin opción al fracaso. Suelta lo que ya no tiene lugar. Quema ciclos con dignidad. Agradece lo vivido, incluso si dolió, y úsalo como leña para encender tu fuego interno.

Porque tu futuro no puede arrancar si estás mirando constantemente por el retrovisor y no por el vidrio delantero. La vida sucede al frente. El futuro no espera a quien duda.

La mayoría vive en un ciclo impuesto por la sociedad. Un trabajo sin alma, sueldos que no alcanzan, responsabilidades que pesan más que los sueños. Desde que inicia su día les agobia el peso de su vida, carga una mochila invisible llena de miedo, autoexigencias y expectativas ajenas. Su día transcurre en un estado bamboleante entre la decepción y la euforia, pero en el fondo de su ser siempre está agazapado el temor de no triunfar. Y así llega la noche y, con ella, el silencio que juzga, y con el pasado metido bajo sus sábanas ese miedo sigue allí, recordándole lo que no hizo cuando debió. Y así se le va la vida, por eso cuando le preguntan cómo está responde: ... “aquí en la lucha”. Sin notar que esa frase es un hechizo que lo mantiene atado. No sabe del tremendo poder de las palabras lanzadas al viento.

Pero basta. Este es un llamado para enfocarte. Espabílate, mantén una actitud de anticipación optimista: espera lo que viene con fe, anhelando más, sin impaciencias, sin dudas, para no entorpecer la recepción.

Tu futuro te necesita vivo, presente, fuerte, despierto.

Te espera a ti.

Te gustó este artículo, compártelo
Últimas Noticias