El aborto se define como la terminación del embarazo antes de las veinte semanas de gestación. Puede ser espontáneo o provocado. En pocos países se realiza de forma legal si existen condiciones maternas o fetales que lo justifiquen, y en la gran mayoría es prohibido y penalizado y se le denomina clandestino o criminal.
Tema álgido, de mucha confrontación desde siempre, pero que con el paso del tiempo se ha hecho más relevante por los movimientos feministas que reclaman el derecho de las mujeres de tomar decisiones sobre su cuerpo.
Los grupos que se oponen también están radicalizando su postura.
Nunca va a haber un punto de acuerdo entre ambos. Es derecho o pecado.
Lo complicado del asunto es que cualquier opinión está sesgada, no es dueña absoluta de la verdad. Hay tantas verdades como personas. Y bajo esta perspectiva todos tienen algo de razón. Entonces, cual es el ámbito del asunto. ¿De los hombres (leyes) o de la Iglesia? ¿Es un acto que debe ser penalizado o regulado?
Lo cierto de la situación es que en el medio está una mujer que decidió acabar con su embarazo por las razones que solo para ella tienen validez, cargando con el peso de su remordimiento de por vida.
Según la OMS se realizan aproximadamente 20 millones de abortos inseguros (clandestinos ) cada año a nivel mundial, la mayoría en países en desarrollo y generalmente de embarazos no deseados. De estas fallecerán aproximadamente 68,000, una cantidad impresionante por la cual nadie se ofende.
Con la falta de acceso a los métodos de planificación en los países pobres y la sexualidad desbordante de estos tiempos el problema lejos de mejorar empeorará porque habrá más embarazos no deseados.
En nuestro país los políticos ya están usando el tema para sus fines proselitistas.
El aborto clandestino es ahora más que nunca el resultado de una irresponsabilidad personal, pero también de los gobiernos. Con la cantidad de información actual las mujeres no pueden aducir ignorancia sobre las formas de evitar los embarazos. Y los gobiernos deben proveer información y métodos para esto.
Indudablemente si asesinar es quitarle la vida a alguien con premeditación el aborto provocado constituye un asesinato. ¿Tiene el derecho una mujer de decidir sobre otra vida que anida en su cuerpo?
Ese es el quid del asunto. Donde empiezan y terminan sus derechos.
Esta controversia juzga el pecado, pero no ofrece soluciones para evitarlo. Debe buscarse una salida lógica, humana, efectiva.
La cárcel nunca será solución.