¡Bajo ataque!

El origen de las guerras tiene múltiples causas: territoriales, políticas, religiosas, ideológicas o étnicas, las cuales derivan diferentes tipos, como ser civiles, nucleares, religiosas, híbridas.

“La guerra es el arte de destruir hombres, la política es el arte de engañarlos”: Jean Le Rond D’Alembert.

El término inglés “war” deriva del protogermánico Occidental Werru, que significa confusión, desorden, disturbio, pelea. Es impresionante ver cómo las guerras han impactado el mundo: en la Segunda Guerra Mundial murieron 55 millones de personas en todo el mundo cuando Alemania invadió Polonia.

Hoy muchos se especializan en iniciar guerras sin medir las consecuencias, sin contar las guerras, como la batalla de Stalingrado, el desembarco de Normandía, la batalla de las Ardenas, el ataque sorpresa a Pearl Harbor, las bombas atómicas a Hiroshima y Nagasaki. Pero han existido guerras históricas sin realizar un solo disparo que han durado más de 335 años, como la guerra “Pacífica” entre Países Bajos y las Islas Sorlingas, localizadas en la costa sudoeste del Reino Unido.

El origen de las guerras tiene múltiples causas: territoriales, políticas, religiosas, ideológicas o étnicas, las cuales derivan diferentes tipos, como ser civiles, nucleares, religiosas, híbridas.

El fin de la guerra es aumentar su poder y riqueza, la guerra por los recursos se ha disfrazado en términos de creencias o ideologías. Hitler siempre afirmó que los alemanes estaban en guerra contra los judíos; la cultura militar ha ido de la mano con la segmentación social que privilegia a una élite guerrera y recompensa el éxito militar. La guerra es una característica central de la condición humana. Estamos bajo ataque permanente; el conflicto en el ser humano se expresa en sus deseos, pensamientos que luchan en sí por hacer el bien o hacer el mal.

“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.

De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí”, Romanos 7:15-17. RVR60.

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