Frente al pelotón de fusilamiento, el 15 de septiembre de 1842, en San José, Costa Rica, cuando se celebraba un aniversario más de la proclamación de la Independencia, Francisco Morazán no permitió que le vendaran los ojos y pidió ser él quien diera la orden de disparar. Cuando el héroe gritó fuego, el pelotón lanzó la primera andanada de balas. Morazán cayó herido en el suelo y gritó con valiente y sonora voz: Aún estoy vivo. Una segunda descarga segó la vida del paladín centroamericano.
Realmente no había muerto en ese instante, sino que a partir de entonces entraba en la larga vida de la inmortalidad, se abría paso en el pensamiento de los centroamericanos que amaban su patria y que no aceptaban que la República fundada el 1º. de julio de 1823 se fragmentara en cinco jirones débiles. Morazán había luchado, al principio, por la consolidación de la Independencia jurada el 15 de septiembre de 1821, cuando Tegucigalpa y Comayagua se enfrentaron, a partir del 28 de setiembre de 1821, porque Comayagua se opuso a la Independencia y Tegucigalpa celebró el acontecimiento y se adhirió plenamente a la proclamación de la libertad. Morazán fue nombrado jefe de uno de los pelotones para enfrentar la amenaza que presentaba Comayagua opuesta a la Independencia.
Después, Morazán tomó las armas y lideró el Ejército Protector de la Ley frente a las violaciones de la Constitución Federal que realizaba el presidente José Manuel Arce, elegido de manera ilegítima, y su auspiciador Mariano de Aycinena, miembro de una poderosa familia reaccionaria. Morazán derrotó a los usurpadores y, luego de ser electo, dirigió un gobierno liberal destinado a consolidar los ideales de libertad, soberanía y progreso. Muchas fueron las acciones emprendidas por el presidente de la Federación, Francisco Morazán, para conducir al Estado y a Centro América por el camino de la paz y el progreso mediante la promulgación de leyes avanzadas que otorgaban derechos fundamentales a los centroamericanos.
La oposición reaccionaria y antipatriótica, dirigida fundamentalmente por los Aycinena, instigó a los indios dirigidos por Rafael Carrera para luchar contra el gobierno federal. Frente al hostigamiento, Morazán salió hacia San Salvador para instalar ahí el gobierno federal, pero el hostigamiento fue tal que tuvo que salir al exilio. El resultado: los traidores que tenían en sus manos la conducción de los Estados federados se separaron y fracturaron completamente el Estado consolidado y unido por el cual había luchado Morazán.
Morazán tuvo que salir al exilio con rumbo a Perú y ahí, cuando Centroamérica estuvo en peligro, regresó para liberar a Costa Rica de la tiranía y prepararse para emprender la reunificación. Después de presidir a Costa Rica por un corto período durante el cual emitió leyes progresistas para el pueblo tico, una sublevación lo derrocó y lo fusiló.
Su lucha, sin embargo, no fue en vano. Morazán tuvo la entereza de dictar un testamento antes de ser llevado al patíbulo, escrito que constituye un verdadero llamado al patriotismo y a la lucha para restituir la República Federal y luchar por la transformación de la patria centroamericana. Los esfuerzos de los patriotas centroamericanos que comulgan con las ideas unionistas del paladín no han logrado, por desgracia, reconstituir la república unificada.
Pero el ideal morazánico no se ha apagado, por el contrario, sus ideas y sus luchas heroicas siguen vigentes, su pensamiento es la hoja de ruta que habrá de conducirnos, por fin, a la reunificación y a hacer de Centroamérica un país consolidado, fuerte y libre de cualquier intento de hegemonía externa.
Por eso se puede decir con voz vibrante y sonora que Morazán aún está vivo y que vivirá eternamente en el pensamiento de sus seguidores, de quienes comulgan con su doctrina de libertad, de independencia, con quienes quieren una Centroamérica unida y fortalecida, de quienes luchan por poner estas patrias centroamericanas consolidadas en un solo haz, como fue el sueño excelso de Morazán.
Hay mucho por hacer para cumplir el ideal morazánico de la unidad y el progreso, y aunque hay elites en cada país centroamericano que se oponen a la reunificación, seguro estoy de que el ideal de la unidad, la doctrina de reforma del Estado centroamericano sigue vigente hasta que se logre la reconsolidación de la República centroamericana fundada en 1823 y el imperio de la ley vuelva a ser el camino de toda Centroamérica constituida en una sola nación con un solo pendón nacional.
Para lograr la materialización del ideal morazánico no debemos olvidar que, a pesar de las balas que atravesaron su cuerpo inmortal, Morazán aún está vivo, como lo pregona la Cantata a Morazán de Sergio Rodríguez.
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