El único magnicidio ocurrido en Honduras fue perpetrado en Comayagua la mañana del once de enero de 1862, contra el presidente José Santos Guardiola, destacado por su brillante carrera en la milicia.
Muy jovencito José Santos Guardiola sostuvo su primera participación bélica en Omoa contra los facciosos del “Partido serviles” que se habían apoderado de la Fortaleza de San Fernando de Omoa en 1831. Seguidamente, se graduó en la Escuela Militar dirigida por el coronel colombiano Narciso Benítez en el Cuartel San Francisco de Tegucigalpa.
Antes de ascender al poder, Guardiola también había participado, enfrentando a Francisco Morazán, en los combates del Espíritu Santo y San Pedro Perulapán, por lo que fue ascendido a capitán. Posteriormente al fusilamiento del héroe unionista logró el grado de general de división, esta vez en Nicaragua cuando Francisco Malespín tomó León encabezando un ejército formado por tropas aliadas de Honduras y El Salvador.
Fue elegido en 1856 como el quinto presidente constitucional de Honduras y reelegido en 1859 para un segundo período que duraría hasta 1862, pero no terminó su mandato porque ese año lo asesinaron, por cuestiones de orden político, a sus 45 años de edad.
José Santos Guardiola nació en la localidad de San Antonio de Oriente, cercano a Tegucigalpa. De su matrimonio con Ana Mateo Arbizú nacieron ocho descendientes, entre ellos María Genoveva de Jesús quien se convertiría en la primera dama de Cuba tras casarse con el prócer y presidente de la isla caribeña Tomás Estrada Palma.
Habiendo sido elegido presidente por dos periodos Guardiola quiso cambiar la Constitución para optar por un tercer mandato. Esto le ocasionó la muerte cuando el mayor de plaza de Comayagua, Pablo Agurcia, en conspiración con miembros de la propia guardia presidencial, lo acribillaron en su casa de habitación.
Difícilmente, casos como este magnicidio, podrían darse en estos tiempos en que la arbitrariedad más grande para quitar a un presidente ha sido darle un golpe de estado.
Por ello consideramos que el ex presidente Manuel Zelaya Rosales, quien sigue ejerciendo poder en el país como asesor presidencial, pueda ser víctima de un atentado criminal, sobre todo porque es un líder mesurado, de retórica sencilla, carente de insultos y ofensas.
Si acaso quisieran eliminarlo a él y a su ahijada política, Rixi Moncada, candidata presidencial del Partido Libre, sería mediante un plan cívico que estaría fraguando el pueblo hondureño para ser ejecutado el 30 de noviembre mediante un arsenal de votos.