Los Ángeles, Estados Unidos.
Centroamericanos con Estatus de Protección Temporal (TPS) en EUA se preparan para pasar la Navidad más “triste” y austera en años ante el panorama de que en 2018 su amparo migratorio peligra o directamente finaliza y tendrán que regresar a sus países de origen o convertirse en indocumentados.
La hondureña Sonia Paz, cuyo TPS expira el 5 de julio de 2018, dijo a Efe que a los “tepesianos” como ella el presidente Trump les “robó la esperanza, la ilusión y hasta el dinero”.
“Las pláticas en casa no son sobre la fiesta de Navidad, sino sobre qué vamos a hacer cuando se nos acaben los seis meses de extensión”, dijo. “Ahorramos por si tenemos que salir corriendo a pedir refugio en Canadá, porque a Honduras no regresamos”, aseguró con firmeza.
Paz señaló que otra de las grandes preocupaciones de los catrachos en esta Navidad es que en años anteriores la renovación del amparo costaba 465 dólares, mientras hoy, por una “extensión de pocos meses”, deben desembolsar 495. “¡Eso es robo!”, exclamó sobre un pago que les complica aún más unas celebraciones que este año son menos animadas de lo habitual para los centroamericanos con TPS, especialmente para los nicaragüenses, que deben salir del país antes del 5 de enero de 2019.
“Estamos limitándonos de gastar hasta en juguetes y no hemos platicado todavía sobre la cenita navideña, porque hasta esa alegría se nos ha apagado”, manifestó Verónica Lagunas, una de las 260,000 salvadoreñas con este amparo migratorio. El TPS para salvadoreños expira el 9 de marzo de 2018, y la decisión sobre si se extiende o no se conocerá en enero.
Centroamericanos con Estatus de Protección Temporal (TPS) en EUA se preparan para pasar la Navidad más “triste” y austera en años ante el panorama de que en 2018 su amparo migratorio peligra o directamente finaliza y tendrán que regresar a sus países de origen o convertirse en indocumentados.
La hondureña Sonia Paz, cuyo TPS expira el 5 de julio de 2018, dijo a Efe que a los “tepesianos” como ella el presidente Trump les “robó la esperanza, la ilusión y hasta el dinero”.
“Las pláticas en casa no son sobre la fiesta de Navidad, sino sobre qué vamos a hacer cuando se nos acaben los seis meses de extensión”, dijo. “Ahorramos por si tenemos que salir corriendo a pedir refugio en Canadá, porque a Honduras no regresamos”, aseguró con firmeza.
Paz señaló que otra de las grandes preocupaciones de los catrachos en esta Navidad es que en años anteriores la renovación del amparo costaba 465 dólares, mientras hoy, por una “extensión de pocos meses”, deben desembolsar 495. “¡Eso es robo!”, exclamó sobre un pago que les complica aún más unas celebraciones que este año son menos animadas de lo habitual para los centroamericanos con TPS, especialmente para los nicaragüenses, que deben salir del país antes del 5 de enero de 2019.
“Estamos limitándonos de gastar hasta en juguetes y no hemos platicado todavía sobre la cenita navideña, porque hasta esa alegría se nos ha apagado”, manifestó Verónica Lagunas, una de las 260,000 salvadoreñas con este amparo migratorio. El TPS para salvadoreños expira el 9 de marzo de 2018, y la decisión sobre si se extiende o no se conocerá en enero.