Las autoridades rusas iniciaron este jueves a destruir los productos alimentarios europeos y estadounidenses prohibidos en virtud del embargo decretado por el Kremlin, a pesar de las protestas de la sociedad civil.
'A partir de hoy, los productos agrícolas, materias primas o alimentos procedentes de un país que haya impuesto sanciones a Rusia o a sus ciudadanos deben ser destruidos', anunció el ministerio de Agricultura ruso en un comunicado.
Moscú prohibió hace cerca de un año la importación de gran parte de los productos alimentarios procedentes de los países que sancionan a Rusia por su presunto papel en la crisis ucraniana, una decisión que afecta al sector agrícola europeo.
Cientos de toneladas de productos lácteos producidos en los países que sancionaron a Rusia serán quemados por órdenes del Gobierno.
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El canal de televisión Vesti también indicó que las autoridades confiscaron carne procedente de Irlanda y de Polonia en Reutov, al este de Moscú. En Oremburgo, cerca de la frontera con Kazajistán, se destruyeron 20 toneladas de queso elaborado en Letonia, según la agencia rusa Tass.
Lluvia de críticas para Vladimir Putin por la destrucción de toneladas de alimentos provenientes de países occidentales.
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Críticas y burlas
Personalidades de distintos partidos políticos se opusieron el miércoles a la destrucción de esos productos, pidiendo que se redistribuyeran a los menesterosos. El diario ruso Vedomosti denunció, por su parte, una 'barbarie ostentosa' y una 'guerra absurda contra la comida en un periodo de crisis económica'.
Una petición firmada por más de 250.000 personas en la web Change.org también reclamaba que la comida se repartiera entre 'los antiguos combatientes, los minusválidos, las familias numerosas y quienes sufrieron desastres naturales'.