Los primeros funerales de las 49 víctimas de la peor matanza en los Estados Unidos desde el 11 de septiembre, comenzaron a celebrarse desde ayer y se espera que continúen a lo largo de este fin de semana en Orlando y Puerto Rico, mientras se incrementan los esfuerzos para asistir a la comunidad en su duelo.
Ayer, amigos y familiares enterraron a cinco personas, asesinadas en el ataque de este domingo perpetrado por Omar Meteen.
Entre ellas está Anthony Luis Laureano Disla, un bailarín de 25 años de origen puertorriqueño, la comunidad más afectada por la masacre.
Familiares, amigos y miembros de la comunidad abarrotaron los funerales, que se esperan continúen a lo largo de este fin de semana, luego de que la oficina forense confirmara que entregó todos los cuerpos.
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También fueron sepultados los restos de Christopher Sanfeliz (de 24 años) Yilmary Rodríguez (24), Luis Vielma (22) y Jimmy DeJesús (50).
Noventa y cuatro familias han recibido ayuda del Centro de Asistencia a las Familias de las víctimas desde que fue instalado el miércoles en un estadio en Orlando, dijo el alcalde Buddy Dyer.
Las donaciones para el fondo One Orlando han alcanzado ya los siete millones de dólares, agregó Dyer, destacando la solidaridad del país.
Según el alcalde, el centro que reúne a 35 organizaciones ha asistido a 94 familias y 256 personas.
“Se entregaron cerca de 200 boletos aéreos a las familias en duelo para que se reúnan con sus seres queridos”, relató el alcalde.
También se les ofreció a las víctimas y sus familiares ayuda económica para gastos médicos y funerarios, además de asistencia en la obtención de visas para quienes vienen del exterior a recoger los restos.
Nuevos elementos
El diario local Orlando Sentinel indicó que los empleados de una tienda de armas reportaron en mayo al FBI la actitud sospechosa de un individuo, que luego identificaron como Omar Meteen, que había pedido un chaleco antibalas que el negocio no tenía en venta. Mateen “llamó por teléfono a una persona en una lengua extranjera” y, poco después, preguntó al empleado si la tienda vendía munición para fusiles semiautomáticos, a lo que Abell se negó.
El dueño de la armería denunció la actitud del sospechoso al FBI, quienes se comunicaron con él después de que informara de los hechos, pero nunca miraron las imágenes grabadas por la cámara de seguridad.