La creciente rivalidad entre China y Estados Unidos fue este 2021 más allá de las pugnas económicas y geopolíticas para adentrarse en la confrontación ideológica, con definiciones contrapuestas sobre la democracia y reproches mutuos sobre sus respectivos modelos políticos.
Esta disputa se escenificó a todas luces con el boicot diplomático estadounidense a los próximos Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín o con la “Cumbre para la Democracia”, organizada por Washington este mes con el objetivo de “hacer frente a las amenazas que afrontan las naciones libres”.
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El encuentro toma como lema una cita del presidente estadounidense, Joe Biden, poco después de llegar a la Casa Blanca: “La democracia no ocurre por accidente. Debemos defenderla, luchar por ella, fortalecerla, renovarla”.
La lista de países invitados -y sobre todo, los ausentes- ha sido toda una declaración de intenciones, al excluir a China o a Rusia e incluir a Taiwán, uno de los grandes puntos de fricción entre Washington y Pekín.
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En señal de protesta, los embajadores de Rusia y China lamentaron antes de su arranque que la reunión solo va a “alimentar la confrontación ideológica” y generar “nuevas líneas divisorias”.